Orm durmió desnuda por primera vez en años, su cuerpo anhelaba el toque de alguien. El toque de Ling. Yació quieta, con los brazos firmemente en sus costados, mientras su mente corría. Los recuerdos de los labios de Ling todavía estaban frescos. Cerró los ojos, su cuerpo estaba en llamas. Antes de darse cuenta, sus manos se movieron hacia sus pechos, tocando suavemente sus pezones erectos, sintiendo como su estómago se revolvía por el deseo. Su respiración se aceleró al imaginar las manos de Ling sobre ella, tocando sólo debajo de sus pechos. "¿Y también tienes curiosidad de saber cómo se siente si tocan tus pechos?" Dios, sí. Y ella lo sabía. ¿No es así? Su mano se movió más abajo, a través de su vientre y tocó aquella zona suave, imaginando las manos de Ling allí. Sus piernas se abrieron y se tocó a sí misma, gimiendo suavemente por la humedad que encontró. Sus caderas se movieron fuera de la cama, encontrándose con su mano... la mano de Ling. Su pulso latió en sus sienes mientras se acariciaba a sí misma, llevándose más cerca al orgasmo.
"¡No!" gritó ella y apartó la mano. No lo haría. "¿Qué estoy haciendo?" Dios, era a Ling a quien quería. Rodó sobre su estómago, su cuerpo todavía temblando por el anhelo. Ling. Deseaba a Ling. La verdad de sus pensamientos le asustaron de muerte, deseaba a una mujer. Deseaba a Ling Kwong y estaba asustada. Se quedó dormida. Nana estaba golpeando con impaciencia a su puerta para preguntarle si se encontraba bien y Orm se obligó a salir de su sueño, un sueño maravilloso. Se volteó, sus ojos tratando de centrarse en la puerta que se abría lentamente.
"¿Orm?" la voz de Nana sonaba preocupada.
"Lo siento. ¿Qué hora es?" preguntó con voz ronca por el sueño y el deseo.
"Casi las 7. ¿Quieres que yo abra?"
Orm casi se sentó, luego se acordó de su desnudez y se dejó caer nuevamente bajo las sabanas.
"¿Te importaría? Estaré allí en unos pocos minutos.
"¿Estás enferma?"
"No, tuve problemas para conciliar el sueño, es todo" dijo ella.
"Te ha estado pasando mucho últimamente" dijo Nana preocupada.
"Estoy bien, Nana". Anong la observó un momento más, luego sonrió y le dijo que se apurara. Orm esperó hasta que cerró la puerta antes de ponerse de pie y se cubrió con la bata. Sus pechos, su cuerpo seguían sufriendo por el toque de Ling. Empujó su cabello, metiéndolo detrás de las orejas y frotó su rostro, tratando de despertarse. Su cuerpo se sentía como plomo y trató de apresurarse para llegar a la ducha, permaneció de pie por momentos interminables bajo el chorro caliente, reviviendo la noche anterior, recordando la boca deliciosa de Ling en la de ella. Recordando la búsqueda ansiosa de su propia boca y lo natural que se sentía. "Dios, me estoy volviendo loca". murmuró ella. Tal vez tenía que llamar a Jakarin. Tal vez sólo necesitaba estar con él. Había pasado mucho tiempo, demasiado tiempo realmente. No era normal pasar tanto tiempo sin sexo. Eso era todo, sin duda, pensó ella ¿Por qué si no tendría estos pensamientos insanos sobre otra mujer?
En la tienda, permaneció de pie con indiferencia detrás del mostrador, el bolígrafo suspendido sobre la lista del inventario, sus ojos mirando fijamente a través de ella. Sin ser consciente, vio a Ling, vio como las dos se abrazaban; pechos, caderas presionados juntos, labios buscándose con anhelo, lenguas en duelo.
"¿Orm?"
"¿Qué?"
"Has estado trabajando en esa lista la última hora". Nana se acercó y miró por encima del hombro. "¡Sigues estando en la primera página!"
"Lo siento. Parece que no puedo concentrarme". murmuró ella.
"¿Quieres que la haga yo?"
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La luna de Ling
RomanceOrm Sethratanapong no estaba preparada para el matrimonio, así que dejó atrás Bangkok y a Jakarin para vivir con su abuela en las montañas de Koh Samui, una isla ubicada en el golfo de Tailandia, con la esperanza de averiguar lo que le faltaba a su...