Orm permaneció de pie nerviosamente al lado de su coche, con los ojos muy abiertos. Le temblaban las piernas y no estaba segura que pudiera incluso caminar hacia la cabaña. Tragó saliva, con la mano apoyada en su coche. Tal vez sólo debería irse. Tal vez esto era un error. ¿Por qué estaba tan ansiosa de perturbar su vida?, ¿Cambiarlo todo? Ya había cambiado. Nunca podría regresar a la vida que tenía. Pero no estaba contenta con su vida. ¿No era así?, ¿No había estado buscando todos estos años? ¿Buscando qué?... No lo había sabido. No hasta que conoció a Ling. Ahora lo sabía. La quería a ella.
Se acercó a la puerta, su mano temblaba mientras llamaba ligeramente. Entonces escuchó los pasos, Ling estaba allí, sosteniendo la puerta abierta. Sus miradas se encontraron y su aliento quedó atrapado en su pecho. Ling estaba descalza ante ella, una vieja camiseta manchada de pintura colgaba sobre sus pantalones cortos azules y desteñidos.
"Orm... ¿Qué estás haciendo aquí?" preguntó ella en voz baja.
"Tenía que venir. Sabías que lo haría". la más joven le acusó. Se miraron, sin hacer algún intento de moverse. "¿Puedo pasar?" preguntó finalmente.
Ling dio un paso atrás, dejando que Orm pasara y cerró la puerta tras ella.
"He estado pensando... pensando en nosotras". susurró Orm en voz baja. Se dio la vuelta y se quedó sin aliento. Un deseo ardiente quemaba los ojos de Ling.
"No debiste haber venido". dijo Ling.
"Te deseo". murmuró Orm simplemente.
"No, no puedo hacer esto". dijo Ling. "No me detendré la próxima vez".
"No quiero que te detengas". susurró Orm.
"Orm, escucha lo que dices".
"Por favor... No vas a hacer que te ruegue, ¿Verdad?"
"No sabes lo que estás haciendo". le advirtió Ling.
"No, tienes razón. No lo sé. Y tengo un miedo terrible".
Ling rió nerviosamente. "Entonces. ¿Por qué?"
"Te deseo, Ling. Quiero hacer el amor contigo". murmuró en voz baja y vio como Ling debatía consigo misma.
"No quiero que me odies, Orm... y lo harás".
"No, no lo haré. Tú también me deseas. Puedo verlo en tus ojos". susurró Orm.
Ling se acercó a ella y agarró sus manos. "Sí, te deseo. Es sólo que no quiero hacerte daño". "Y no quiero que me hagas daño". Pensó.
"Quiero que seas la única, Ling. Quiero que me enseñes". las manos de Orm se apoderaron de las manos de Ling con fuerza. "¿Por favor?"
Ling dejó a un lado su protesta silenciosa. Los ojos de Orm le estaban suplicando y Ling ignoró las señales de alarma en su cabeza. Acercó su boca y capturó los labios de Orm, labios que se abrieron para ella. Sintió el temblor de las manos de Orm cuando las llevó hacia sus brazos y Ling alejó su boca. "No tengas miedo". suplicó Ling.
"Lo tengo. Estoy muerta de miedo. No sé qué hacer". dijo ella. "Cómo tocarte".
"Te voy a enseñar". susurró Ling con suavidad. Sus manos ahuecaron el rostro de Orm y su beso fue suave, apacible. Pero cuando la lengua de Orm salió al encuentro de la suya, la boca de Ling se volvió hambrienta y gimió contra la boca de la menor, succionando su lengua dentro de su boca. Sus respiraciones se aceleraron y se apartaron, ambos pechos agitados por el deseo. Orm levantó la mano y tocó la mandíbula contraída de Ling, tranquilizándola.
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La luna de Ling
RomanceOrm Sethratanapong no estaba preparada para el matrimonio, así que dejó atrás Bangkok y a Jakarin para vivir con su abuela en las montañas de Koh Samui, una isla ubicada en el golfo de Tailandia, con la esperanza de averiguar lo que le faltaba a su...