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𔔀 capitulo cuatro.
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Durante el fin de semana, nadie intentó acercarse a Aurelie. Nadie tuvo las agallas de mirarla, como si el pleno contacto visual en el pasillo fuera suficiente para desatar algo que todos temían. Una maldición, quizás.
Sin nadie con quien desquitarse, la ira se plantó en su estómago. Pasaba las manos por su cabello con nada nuevo pasando por su mente. Nada nuevo, excepto las hirientes palabras de su padre. Las palabras iban y venían, mientras que el material escolar se acumulaba en su mochila, como un peso muerto que había que tratar con moderación.
Las cosas no mejoraron absolutamente nada el lunes por la mañana. Lo cual era, para la miseria de Aurelie, bastante característico. Una vez que pasa el fin de semana, es como si el universo conspirará en su contra, sin poder dejar de lanzar curvas de caos tras otra.
Aurelie se apresuró por los pasillos, casi gritando para que los de primer año se apartaran de su camino mientras se amontonaban, ansiosos por detenerse e iniciar conversaciones entre ellos, lo que resultaba una gran molestia para la rubia. Notó que el reloj en una de las paredes marcaba que llegaba oficialmente tarde a Pociones, lo que, por supuesto, fue culpa de Lyra quien no se molestó en volver a despertarla cuando apagó su despertador.
Cuando llegó al aula de Pociones, todas las miradas se posaron en ella. El profesor Snape detuvo su frase a la mitad, con la tiza que utilizaba para escribir suspendida en el aire. Lyra estaba sentada en un banco delante de Rowan; ambos se reían disimuladamente al ver como Snape se acercaba a Aurelie con habitual descontento.
──¿Tiene una idea de la hora que es, señorita Rosier?
──Dos minutos después de la hora, profesor ──murmuró Aurelie, provocando que la risa de Rowan aumentara.
──Ve a sentarte ──ordenó Snape con tono severo. Aurelie se dirigió al asiento vacío junto a Lyra, pero la voz grave de Snape la detuvo──. Allá, Rosier ──dijo, señalando el asiento junto a Fred Weasley. Aurelie jadeó. Snape había decidido hacer un cambio de asientos del cual Aurelie parecía no estar enterada.
