Chapter 16

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Capítulo 16: 

Prisión de una Pasión Silenciosa.
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El rugido de la tormenta era implacable, como si la naturaleza misma estuviera intentando igualar el caos que reinaba dentro de la mansión. Pero para Will, el verdadero huracán estaba en su corazón, donde cada latido resonaba con el peso de los recuerdos recién recuperados y la realidad aterradora de su amor por Ford.

La biblioteca estaba sumida en sombras, excepto por el resplandor tenue de las velas que parpadeaban con cada ráfaga de viento. Ford estaba allí, de pie junto a la ventana, con su figura alta y dominante proyectada contra el cristal empañado por la lluvia. Will se detuvo en la puerta, temblando, pero no por el frío. El temor y el amor lo habían paralizado, pero sabía que no tenía elección. Ford lo había moldeado para esto, para ser suyo, y cualquier intento de resistirse era como luchar contra una marea imparable de culpabilidad.

Finalmente, Ford giró la cabeza, sus ojos encontrándose con los de Will. Había algo cruel y calculado en su mirada, algo que dejó a Will sin aliento.

—¿Por qué te demoraste? Te mande a decir que vinieras, no me gusta el retraso. —La voz de Ford era baja, peligrosa, como una serpiente lista para atacar.

Will dio un paso adelante, su cuerpo respondiendo instintivamente a la orden implícita en esas palabras. Sabía que cualquier titubeo solo enfurecería a Ford, y después de todo lo que había recordado, sabía que lo peor que podía hacer era provocarlo.

—Lo lamento..—susurró Will, su voz apenas audible, cargada de un temor que se había convertido en una segunda piel—. Yo… estaba… procesando…─

—¿Procesando? —La risa de Ford fue fría, sin humor, y dio un paso hacia Will, acortando la distancia entre ellos con una facilidad aterradora—. ¿Procesando qué, Will? ¿Qué soy el único que te ha amado? ¿Que todo lo que hago es para mantenerte a salvo?─

Will intentó hablar, pero las palabras se atascaron en su garganta. Ford lo miraba como un cazador a su presa, y en ese momento, Will supo que no importaba lo que dijera, Ford siempre tendría el control.

—No puedes dudar de mí, Will. No después de todo lo que he hecho por ti. —Ford extendió la mano, agarrando la muñeca de Will con una fuerza que lo hizo jadear de dolor—. ¿Acaso lo has olvidado? —Ford lo acercó más, su rostro a solo centímetros del suyo, su aliento cálido y peligroso contra su piel.

—No… nunca… —murmuró Will, su mirada baja, incapaz de sostener la intensidad de los ojos de Ford. Estaba sumido en un silencio con temor, y cada palabra que Ford decía era como un hierro candente marcado en su mente.

Ford soltó una carcajada baja, satisfecha por la respuesta. Apretó su agarre, tirando de Will hacia él hasta que sus cuerpos se encontraron. La fuerza de Ford era abrumadora, y Will se dejó llevar, sabiendo que cualquier resistencia solo empeoraría las cosas.

—Eso pensé —dijo Ford, con una voz suave que era más aterradora que cualquier grito—. Porque tú me perteneces, Will. Cada parte de ti, cada pensamiento, cada sentimiento, todo es mío ¿Entiendes? ─

Will cerró los ojos, una lágrima escapando y deslizándose por su mejilla. No podía discutir, no podía siquiera intentar resistir. Ford había tejido sus hilos a su alrededor tan estrechamente que cualquier intento de escapar solo lo enredaría más. Y lo peor de todo era que una parte de él, una parte que odiaba pero no podía ignorar, lo quería. Lo necesitaba. Porque sin Ford, ¿qué le quedaba?

—Te amo —murmuró Will, su voz quebrada, y supo que era verdad. Un amor distorsionado, un amor hecho de dolor y sumisión, pero un amor al fin y al cabo, que el se aferraba a aquellos buenos recuerdos que lo sostenían aún con la esperanza de que Ford cambiará.

—Lo sé —respondió Ford, con una sonrisa cruel mientras inclinaba la cabeza para besar a Will, un beso que era tan cargado lleno de sentimientos,al separarse un hilo los conectaba,las mejillas carmesin de Will y la sonrisa de Ford —. Lo sé, porque te he enseñado a amarme. Y nunca, nunca, me dejarás,eso lo aseguró.──

Cuando Ford se apartó, lo hizo con la certeza de alguien que sabía que había ganado. Will se quedó allí, débil, sumiso, y completamente bajo su control. Porque Ford lo había convertido en eso, en alguien que no podía, ni quería, huir.

—Ven —ordenó Ford, girando sobre sus talones y dirigiéndose hacia la salida—. Hay mucho que hacer, y quiero que estés a mi lado,y este verano vendrán unos pequeños invitados. ─

Will asintió, limpiando sus lágrimas rápidamente antes de seguirlo. Sabía que no podía dudar, no podía mostrar debilidad. Ford lo había hecho suyo en cuerpo y alma, y ahora, más que nunca, sabía que jamás podría escapar de su sombra.

La tormenta continuaba, pero dentro de Will, la tormenta era aún más feroz. Porque aunque su amor por Ford lo quemaba desde dentro, sabía que esa llama era lo único que lo mantenía vivo, después de Bill.

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Un poco largo 🌷

Amor en sombras. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora