Chapter 23

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>ME ESTOY VOLVIENDO LOCOOO

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Capítulo 23:
Bajo tus órdenes.
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El aire en la mansión Gleeful era pesado esa noche, cargado de una tensión que parecía impregnar cada rincón de la casa. Will estaba solo en la habitación, pero sentía la presencia de Ford en cada sombra, en cada rincón oscuro que lo rodeaba. La advertencia de Ford resonaba en su mente: debía ir a verlo, y cualquier retraso podría significar un castigo aún peor que el que ya había sufrido.

Will se miró en el espejo, su reflejo devolviéndole una imagen que apenas reconocía. Sus ojos estaban cansados, la piel pálida y tirante, y la marca en su mejilla seguía ardiendo como un recordatorio de la furia de Ford. Con un suspiro tembloroso, se arregló el cabello y se aseguró de que su ropa estuviera en orden. No podía permitirse el lujo de aparecer desaliñado frente a Ford, no después de todo lo que había pasado.

Con cada paso que daba hacia la habitación de Ford, el corazón de Will latía con más fuerza, como si quisiera escapar de su pecho. La mansión estaba en silencio, excepto por el leve crujido de la madera bajo sus pies y el murmullo distante del viento que golpeaba las ventanas. Finalmente, se detuvo frente a la puerta, su mano temblorosa sobre el pomo. Tomó una respiración profunda, tratando de calmarse, y abrió la puerta.

Ford estaba allí, sentado en su butaca favorita, con un libro en las manos que cerró en cuanto Will entró. La habitación estaba iluminada por una suave luz amarillenta, creando sombras que se alargaban en las paredes. Ford lo miró con esos ojos que siempre parecían capaces de ver a través de él, de leer sus pensamientos más oscuros.

—Has tardado, William —dijo Ford con voz fría, usando su nombre completo, lo que hizo que Will se estremeciera.

—Lo siento, señor —murmuró Will, bajando la cabeza en señal de respeto—. No volverá a ocurrir... ─

Ford no respondió de inmediato. Se levantó lentamente de su butaca y caminó hacia Will con una calma que solo servía para aumentar la ansiedad que Will sentía. Se detuvo justo frente a él, tan cerca que Will podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo.

—¿Sabes por qué te he llamado aquí? —preguntó Ford, su voz suave, pero cargada de autoridad.

Will asintió, aunque no estaba completamente seguro de la respuesta. Sabía que era inútil intentar mentirle a Ford, pero tampoco quería decir algo que pudiera enfurecerlo aún más.

—Porque… porque he fallado, señor —respondió Will, su voz apenas un susurro—. No mantuve la suficiente..inteligencia, y… y eso casi puso en peligro todo.─

Ford lo observó en silencio durante unos largos segundos, su expresión impenetrable. Finalmente, extendió una mano y levantó el mentón de Will, obligándolo a mirarlo a los ojos.

—Así es —dijo Ford—. Has fallado, Will. Y no es la primera vez que lo haces. He sido paciente contigo, te he dado más oportunidades de las que mereces, pero parece que no entiendes lo que está en juego aquí.─

Will sintió que el nudo en su estómago se apretaba aún más. Sabía que Ford tenía razón, pero eso no hacía que la situación fuera más fácil de soportar.

—Lo siento mucho, señor —dijo, su voz temblando ligeramente—. Haré lo que sea necesario para enmendar mi error.. ─

Ford lo miró en silencio por un momento más, y luego asintió, como si hubiera llegado a una decisión.

—Eso espero, Will —dijo finalmente—. Porque esta es tu última oportunidad. No habrá más advertencias, no habrá más segundas oportunidades. A partir de ahora, harás exactamente lo que te diga, cuando te lo diga, sin preguntas. ¿Entendido?─

Will asintió rápidamente, sintiendo un alivio momentáneo al darse cuenta de que, por ahora, no recibiría otro castigo físico.

—Sí..Lo entiendo.─

Ford bajó la mano, permitiendo que Will volviera a bajar la mirada.

—Bien —dijo Ford—. Pero no creas que vas a salirte tan fácilmente de esta. Esta noche, quiero que me demuestres tu lealtad. Quiero que me muestres que realmente entiendes lo que significa estar bajo mis órdenes.─

Will sintió que un escalofrío le recorría la espalda. Sabía lo que Ford estaba insinuando, pero no estaba seguro de estar preparado para ello. Sin embargo, no podía negarse. No después de todo lo que había pasado.

—Haré lo que me pida, señor —dijo, su voz apenas un susurro.

Ford sonrió, una sonrisa fría que no llegó a sus ojos.

—Eso espero, William. Porque esta es tu última oportunidad.─

Con esas palabras, Ford se dio la vuelta y caminó hacia la cama, indicando a Will que lo siguiera. Will lo hizo, aunque sus piernas temblaban con cada paso que daba. Sabía que esa noche sería larga, y que lo que sucedería en esa habitación marcaría un punto de no retorno en su relación con Ford. Pero no tenía otra opción. No podía escapar, no podía rebelarse. Todo lo que podía hacer era obedecer, y esperar que, de alguna manera, lograra sobrevivir una noche más bajo el yugo de Ford Gleeful.

Cuando finalmente se detuvieron junto a la cama, Ford se giró para mirarlo de nuevo. Su expresión se había suavizado ligeramente, pero aún había una dureza en sus ojos que hizo que el corazón de Will latiera con fuerza.

—Quítate la ropa —ordenó Ford, su voz baja y autoritaria—. Quiero verte como realmente eres, sin nada que te esconda de mí.─

Will tragó saliva, sintiendo que sus manos temblaban mientras obedecía la orden. Cada pieza de ropa que caía al suelo lo hacía sentir más vulnerable, más expuesto. Cuando finalmente quedó desnudo, se sentía como si no tuviera piel, como si cada mirada de Ford pudiera atravesarlo por completo.

Ford lo observó en silencio, su mirada recorriendo cada centímetro del cuerpo de Will. Finalmente, extendió una mano y acarició la mejilla de Will, el mismo lugar donde lo había golpeado antes.

—Eres mío, Will —dijo Ford, su voz apenas un susurro.

Will cerró los ojos, asintiendo con la cabeza mientras luchaba por contener las lágrimas. Sabía que esas palabras no eran una declaración de amor, sino una declaración de posesión. Y aunque una parte de él quería rebelarse, sabía que no podía. Estaba atrapado en la red de Ford, y no había forma de escapar.

La noche se alargó en un interminable juego de poder y sumisión, donde cada movimiento, cada palabra, estaba calculada para recordarle a Will cuál era su lugar. Y mientras las horas pasaban, y la oscuridad se cernía sobre la mansión, Will se dio cuenta de que ya no era el mismo. Algo dentro de él había cambiado, se había roto. Y mientras Ford lo reclamaba una y otra vez, Will comprendió que ya no le pertenecía ni siquiera a sí mismo.

Finalmente, cuando la madrugada comenzó a asomar, Ford se recostó en la cama, satisfecho. Will permaneció junto a él, exhausto, con el cuerpo adolorido y la mente hecha un torbellino de emociones, mientras sus mejillas estaba sonrojadas.
Sabía que la lucha había terminado, al menos por esa noche. Pero también sabía que, a partir de ese momento, cada día sería una batalla constante por mantener su cordura, por recordar quién era antes de que Ford lo reclamara como suyo.

Y mientras el sueño comenzaba a envolverlo, solo una pregunta rondaba su mente.

¿Cuánto más podría soportar antes de perderse por completo?

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Amor en sombras. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora