Mal día; mi novia me consuela y mima

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                         ° One short °

Era un día gris y lluvioso en Gravity Falls. Dipper Pines había tenido uno de los peores días que podía recordar. Todo había salido mal: una mala calificación en su examen de ciencias, una discusión con su hermana Mabel, y para colmo, había perdido su preciada gorra en un charco de lodo. Caminaba de regreso a la Cabaña del Misterio, completamente empapado y con la moral por los suelos.

Cuando llegó a la puerta, encontró a Pacifica Northwest esperándolo. Su expresión preocupada se suavizó al verlo, pero rápidamente notó su estado de ánimo.

—Dipper, ¿qué ha pasado? —preguntó, acercándose a él y colocando una mano suave en su mejilla.

—Ha sido un día horrible, Pacifica —respondió él, intentando mantener la compostura—. No quiero hablar de eso ahora.

Pacifica asintió, entendiendo que no era el momento para preguntas. En lugar de eso, tomó su mano y lo guió adentro.

—Ven, necesitas secarte y calentarte. Vamos a la sala.

Lo llevó hasta el sofá, donde lo hizo sentarse mientras ella corría a buscar toallas y una manta. Dipper se dejó hacer, agradecido por la preocupación de su novia. Cuando regresó, Pacifica comenzó a secarle el cabello con una toalla, sus movimientos gentiles y cuidadosos.

—No tienes que hacer esto, Pacifica —dijo Dipper en voz baja, aunque en el fondo apreciaba cada gesto.

—Quiero hacerlo, Dipper. Me importa cómo te sientes —respondió ella, envolviéndolo en la manta después de terminar con su cabello—. Ahora, ¿qué tal si te preparo un chocolate caliente?

Antes de que pudiera protestar, ella ya estaba en la cocina, preparando su bebida favorita. Dipper se recostó en el sofá, sintiéndose un poco más cálido y un poco menos miserable.

Cuando Pacifica regresó con dos tazas de chocolate caliente, se sentó junto a él y le ofreció una. Tomó la suya y le dio un sorbo, disfrutando del dulce y reconfortante sabor.

—Gracias, Pacifica —dijo, mirándola con gratitud.

—No tienes que agradecerme nada, Dipper. Eres mi novio, y quiero estar aquí para ti, especialmente en los malos días —respondió ella con una sonrisa dulce.

Se acomodó a su lado, dejando que él apoyara su cabeza en su hombro. Pacifica comenzó a acariciar suavemente su cabello, susurrando palabras reconfortantes y alentadoras.

—Todo va a estar bien, Dipper. Todos tenemos días malos, pero siempre hay un nuevo día para empezar de nuevo. Y estaré contigo, pase lo que pase.

Dipper sintió una oleada de alivio y ternura. A pesar del mal día que había tenido, estar con Pacifica hacía que todo pareciera un poco mejor. Cerró los ojos, dejándose llevar por la calma que su presencia le brindaba.

—Te quiero, Pacifica —murmuró.

—Yo también te quiero, Dipper —respondió ella, inclinándose para darle un suave beso en la frente—. Y siempre estaré aquí para consolarte y mimarte, sin importar lo que pase.

Y así, en el cálido abrazo de su novia, Dipper comenzó a sentir que quizás, solo quizás, el día no había sido tan malo después de todo.

Y así, en el cálido abrazo de su novia, Dipper comenzó a sentir que quizás, solo quizás, el día no había sido tan malo después de todo

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