One short de Dipcifica.

50% Bullying, 50% Amor: El Juego Continúa parte 3.

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Dipper siguió a Pacifica hasta la cocina, con una sonrisa en los labios, pensando en la forma en que ella siempre lograba mantenerlo intrigado. Pero justo cuando estaba a punto de decir algo ingenioso, Pacifica se volteó rápidamente, acortando la distancia entre ellos.

Con una sonrisa desafiante, ella levantó una ceja y, sin perder un segundo, dijo: "Y si te arrodillas mejor, Dipper Pines."

Dipper se detuvo en seco, sorprendido por la audacia de sus palabras, pero no pudo evitar que una sonrisa divertida se formara en su rostro. "Vaya, parece que alguien quiere tomar el control esta vez."

Pacifica lo miró de arriba abajo, con una mezcla de confianza y travesura. "¿Te sorprende? Sabes que siempre estoy un paso adelante."

Dipper, aceptando el reto, se inclinó un poco hacia ella, con las manos en los bolsillos. "Solo me sorprende que pienses que soy tan fácil de intimidar."

Pacifica dio un paso más cerca, casi eliminando el espacio entre ellos. "¿Intimidar? No, solo quiero ver si eres tan valiente como dices ser."

Dipper la miró fijamente, disfrutando de cada segundo del juego. Sabía que Pacifica era tan competitiva como él, y en ese momento, ninguno de los dos quería ceder. Finalmente, Dipper decidió que era hora de cambiar el tono.

"¿Sabes qué, Pacifica?" dijo con un tono calmado pero decidido, inclinándose ligeramente para estar a la altura de sus ojos. "Me encanta cuando intentas llevar la delantera... pero tal vez deberías recordar que a veces, soy yo quien tiene la última palabra."

Pacifica mantuvo la mirada, pero en sus ojos había una chispa de admiración. "Tal vez, Pines... tal vez."

Dipper esbozó una sonrisa pícara, sabiendo que ambos disfrutaban de ese tira y afloja constante. "Entonces, ¿cuál será? ¿Tú te arrodillas o yo?"

Ella le dio un ligero empujón en el pecho, riendo. "Sigue soñando, Dipper."

Ambos rieron, dejando que la tensión entre ellos se disolviera en la comodidad de su complicidad. Sabían que esa dinámica era lo que hacía su relación tan especial: un equilibrio perfecto entre desafíos, bromas y, por supuesto, un amor profundo que no necesitaba más explicación.

"De acuerdo," dijo Dipper finalmente, extendiendo su mano hacia ella. "Entonces, ¿seguimos jugando o hacemos las paces por hoy?"

Pacifica tomó su mano, todavía sonriendo. "Tal vez un poco de ambas cosas."

Con esa respuesta, ambos sabían que su relación siempre sería una mezcla de desafíos y cariño, y mientras caminaban de regreso al sofá, sabían que, sin importar qué, siempre disfrutarían del juego que solo ellos sabían jugar.

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