La noche del día después

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Se forzó a levantarse a correr antes de medio día, pero en realidad lo logró por un par de kilómetros antes de ceder al cansancio y al dolor de cabeza. Tenía demasiado tiempo sin beber con total descontrol y eso lo estaba pagando justo ahora.

Regresó caminando sin prisa, había ya un poco de movimiento, sobre todo niños y sus padres que habían salido a la calle porque los comercios estaban cerrados y así seguirían todo el día. No iba a trabajar, era un día de asueto salvo por aquello dedicado exclusivamente a turistas. Por eso no le sorprendió encontrar a Dalton en el muelle, hablando con Qyle. Ambos parecían una pareja en toda la extensión de la palabra, su amigo tomando al más pequeño por la cintura y dejándole beso tras beso en los labios.

-¡¡Cregan!!

Le grita Dalton cuando él ya había decidido no interrumpir y regresar a su departamento. Su amigo corre hasta él, sonriendo.

-Oye, cerraremos temprano, ¿quieren comer en casa?

Cregan no pasa por alto el hecho de que Dalton pregunta en plural, donde por entendido que no es sólo una invitación para él.

-Yo encantado, pero... - lo piensa, debería pasarse por el departamento de Jace para ver cómo está, si necesita algo o invitarlo a comer con Dalton.

- ¿No has ido a verlo? Pensé que sería lo primero que harías.

Cregan niega con la cabeza, su amigo lo empuja para que salga de sus pensamientos.

-Anda, ve con Qyle, ya hay gente que no bebió de más pidiéndole informes.

Dalton voltea rápidamente, ve al más pequeño con una expresión de susto, parece que le están hablando en un idioma que no entiende.

-Voy a salvar a mi hombre – le dice Dalton antes de echarse a correr de regreso al muelle - ¡¡Nos vemos a las seis!!


Cregan está frente a la puerta del departamento de Jace. Ha tocado una vez, dos veces y en la tercera ya comienza a preocuparse. De nuevo, la tontería de no pedirle su número de teléfono le está pesando.

Espera, pero después de un rato un vecino abre la puerta de su departamento y se le queda mirando, es también extranjero, primero le habla en alemán para decirle si necesita algo. Le dice que sólo venía de visita, pero que no ha tenido suerte.

Salió a la calle y la cruzó, esperó ahí otra media hora hasta que se da cuenta de que ya ha sido demasiado tiempo, que le está dando frío porque la tarde no es tan cálida y que debería ir a bañarse.

Se va con una mala sensación, no creyó no tener ninguna noticia, pero de nuevo es su culpa por no corregir su error sobre el número de Jace.

Llega hasta a su casa a toda prisa porque no tiene con qué anotar, toma una hoja de cuaderno, pone su número de celular ahí, sus redes sociales y regresa corriendo para deslizra esa hoja debajo de la puerta de Jace.

En la hoja puso también un corazón evidenciando su enamoramiento adolescente.

Lástima que no lo era y se veía muy mal demostrar lo terriblemente enculado que estaba.

Pasan las horas, baja al departamento de Dalton. Qyle le abre la puerta, le lleva una cerveza, se regresa a la cocina para ayudar a Dalton quien aún está cocinando. Los mira sintiendo un poco de envidia, ellos dos en cosa de nada estaban tan bien acoplados, parecía que llevaban años de relación.

Qyle reía de todas las tonterías de Dalton y este tardaba en terminar la comida porque cada dos minutos se distraía abrazando a Qyle.

Cregan volvió a mirar su celular y nada. Ni mensajes, ni alguna llamada perdida que casualmente se haya ido a buzón o algo.

Midsommar SunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora