El día había comenzado como cualquier otro en Los Santos. Gustabo y Freddy salieron temprano de casa, listos para enfrentarse a otro día lleno de trabajo en la comisaría. Sin embargo, mientras avanzaba la jornada, Freddy comenzó a notar que algo no estaba del todo bien con Gustabo.
Normalmente, Gustabo era un tipo que siempre estaba al pie del cañón, con una energía que parecía inagotable. Pero hoy, Freddy lo notaba más callado, distraído, e incluso un poco más pálido de lo habitual. En varias ocasiones lo sorprendió tomando aire profundo como si le costara concentrarse, o frotándose la frente con expresión cansada.
-Neno, ¿estás bien?- le preguntó Freddy durante un descanso.Gustabo asintió de manera automática.
-Sí, solo estoy... un poco cansado. Nada de qué preocuparse.-Freddy no quedó del todo convencido, pero decidió no presionarlo. Sin embargo, a medida que el día avanzaba, Gustabo parecía empeorar. Para cuando llegaron a casa por la noche, Freddy estaba seguro de que algo andaba mal.
-¿Seguro que estás bien rubia? insistió Freddy mientras ambos se quitaban los uniformes. -Pareces agotado.-Esta vez, Gustabo no pudo ocultarlo. Se dejó caer en el sofá, cubriéndose la frente con una mano.
-No lo sé, Freddy creo que estoy por enfermarme.-Freddy se acercó y se arrodilló frente a él, tocando suavemente su frente. La piel de Gustabo estaba caliente al tacto, un signo claro de fiebre.
-Definitivamente tienes fiebre- dijo Freddy con preocupación. -Deberías acostarte, Tabito. Te prepararé algo caliente y veré si tengo algún medicamento en casa.-Gustabo asintió débilmente, demasiado cansado para discutir. Freddy lo ayudó a levantarse del sofá y lo condujo a la cama.
El contraste con su personalidad fuerte y resuelta era evidente; ahora parecía frágil y agotado, lo que solo aumentaba la preocupación de Freddy. Después de asegurarse de que Gustabo estaba cómodo en la cama, Freddy fue a la cocina y preparó una sopa caliente. Mientras tanto, buscó algunos medicamentos para la fiebre en el botiquín y los llevó al cuarto junto con la sopa.
Cuando regresó, encontró a Gustabo medio dormido, envuelto en las mantas, pero aún con el ceño fruncido por la incomodidad.-Gus, aquí tienes- dijo Freddy suavemente, sentándose en el borde de la cama con la sopa y el medicamento. -Te sentirás mejor después de comer un poco y tomar esto.-Gustabo abrió los ojos lentamente y se incorporó con esfuerzo.
Aceptó la sopa que Freddy le ofrecía, aunque se notaba que incluso hacer algo tan simple como sostener la cuchara le costaba trabajo. Freddy lo observaba con paciencia, listo para ayudarlo en cualquier momento si lo necesitaba.-Gracias, Freddy-murmuró Gustabo entre sorbos. -No tienes que hacer todo esto. Solo es un resfriado...-Freddy negó con la cabeza y sonrió.
-No importa si solo es un resfriado o algo más. Estoy aquí para cuidarte, Gus. Ahora solo relájate y déjame encargarme de todo.-Gustabo suspiró y asintió, sintiéndose agradecido por tener a Freddy a su lado. En momentos como este, cuando la fortaleza física no era suficiente, era reconfortante saber que había alguien dispuesto a cuidarlo, alguien en quien podía confiar completamente.
Después de que Gustabo terminó de comer y tomó el medicamento, Freddy lo ayudó a recostarse de nuevo. La fiebre aún no había bajado del todo, así que Freddy mojó una toalla en agua fría y la colocó suavemente sobre la frente de Gustabo para aliviarlo.-Descansa, amor- dijo Freddy, sentándose al lado de la cama y acariciando suavemente su cabello. -Voy a estar aquí toda la noche, así que si necesitas algo, solo dímelo.-
Gustabo lo miró con ojos cansados pero llenos de afecto. -Eres increíble, Freddy. No sé qué haría sin ti.-Freddy sonrió y se inclinó para darle un beso en la frente.
-No tienes que preocuparte por eso. Yo también te necesito, Gus. Así que, por ahora, solo preocúpate por ponerte mejor.-Gustabo cerró los ojos, sintiendo cómo la calidez y el cuidado de Freddy lo ayudaban a relajarse. A pesar de la fiebre y el malestar, se sentía increíblemente afortunado de tener a alguien como Freddy a su lado.
La noche transcurrió en silencio, con Freddy vigilando atentamente cualquier cambio en Gustabo. Cada vez que él se movía o gemía en su sueño, Freddy estaba allí, ajustando la toalla fría, dándole agua o simplemente asegurándose de que estaba cómodo. Aunque Freddy también estaba cansado, no dejó de cuidar a Gustabo ni un solo instante.
Finalmente, en algún momento de la madrugada, la fiebre de Gustabo comenzó a ceder. Su respiración se volvió más tranquila, y el color volvió lentamente a su rostro. Freddy dejó escapar un suspiro de alivio, sabiendo que el peor momento había pasado.Se acurrucó junto a Gustabo en la cama, rodeándolo con sus brazos y asegurándose de que su novio estuviera envuelto en su calor.
Aunque sabía que el trabajo los esperaba al día siguiente, en ese momento, nada importaba más que estar allí para Gustabo, cuidándolo hasta que estuviera completamente recuperado.Y mientras el amanecer empezaba a iluminar suavemente la habitación, Gustabo se acomodó inconscientemente más cerca de Freddy, quien sonrió, sintiendo que todo había valido la pena.