Freddy sabía que llegaría tarde a casa, pero no había podido evitarlo. El trabajo en la comisaría se había extendido mucho más de lo previsto, y aunque había intentado avisarle a Gustabo, su teléfono se había quedado sin batería justo cuando estaba a punto de enviar un mensaje. Al final, salió corriendo de la estación, con la esperanza de que Gustabo no estuviera demasiado molesto.
Cuando finalmente llegó a casa, Freddy abrió la puerta con cautela, esperando encontrarse con Gustabo en la sala. Pero la casa estaba sorprendentemente en silencio. Freddy dejó sus cosas y caminó hacia la cocina, donde encontró a Gustabo de pie, con los brazos cruzados y una expresión que intentaba ser severa.
-¡Freddy! ¡¿Sabes qué hora es?!- dijo Gustabo, tratando de sonar lo más molesto posible. Sin embargo, su voz tenía un toque tan tierno que Freddy tuvo que contener una sonrisa. Freddy se acercó, sabiendo que su llegada tarde había causado la molestia de Gustabo.
-Lo siento, tabito. El trabajo se complicó y mi teléfono murió antes de que pudiera avisarte.- Gustabo frunció el ceño, intentando mantener su actitud enfadada.
-Eso no es excusa, Freddy. Me preocupé mucho por ti. No sabías si estabas bien o si te había pasado algo.- Freddy trató de tomar la situación en serio, pero era difícil no sonreír al ver a Gustabo, quien, a pesar de estar molesto, se veía increíblemente adorable con su ceño fruncido y sus mejillas ligeramente sonrojadas. Además, su baja estatura y su postura lo hacían ver más lindo que enfadado.
-Entiendo que estés enojado, Gus, de verdad lo siento,- dijo Freddy, acercándose un poco más. -Pero... ¿puedo decirte algo?- Gustabo lo miró, levantando una ceja, aún tratando de mantener su enojo.
-¿Qué cosa?- Freddy sonrió suavemente y se inclinó un poco para estar más a la altura de Gustabo.
-Te ves demasiado adorable cuando intentas enojarte conmigo.- Gustabo parpadeó, sorprendido por el comentario, y la expresión severa que había estado intentando mantener se desmoronó un poco.-¡No es justo, Freddy! Estoy tratando de estar enojado, y tú solo... solo...- Freddy no pudo evitarlo más y soltó una risa suave, lo que hizo que Gustabo se sonrojara aún más.
-Lo siento, Gus, es que te ves tan tierno que no puedo tomarte en serio.- Gustabo trató de mantener su enojo, pero pronto se encontró luchando contra una sonrisa.
-Eso no cambia el hecho de que llegaste tarde.- Freddy asintió, sin dejar de sonreír.
-Lo sé, y haré lo que sea necesario para compensarlo. ¿Qué te parece si preparo algo para cenar y después te consiento como te mereces?- Gustabo lo miró con una mezcla de frustración y cariño.
Era imposible mantenerse enfadado con Freddy, especialmente cuando lo miraba con esa sonrisa y esos ojos llenos de ternura.-Está bien... pero solo porque me lo estás pidiendo de manera tan dulce,- dijo Gustabo finalmente, dejando que su enfado se disipara por completo. -Y porque tengo hambre.-
Freddy sonrió triunfante y le dio un suave beso en los labios. -Trato hecho. Te prometo que no volveré a llegar tarde sin avisar.- Gustabo, ahora mucho más relajado, dejó que Freddy lo guiara hacia la cocina, donde comenzaron a preparar la cena juntos, riendo y hablando sobre lo que había sucedido en el día.
Aunque la noche había comenzado con un pequeño enfado, terminó siendo otra ocasión más en la que ambos se dieron cuenta de cuánto se querían, incluso en los momentos en los que uno de los dos intentaba ponerse serio.