Era una noche lluviosa, con truenos resonando a lo lejos mientras las gotas golpeaban con fuerza contra las ventanas del apartamento. Freddy y Gustabo estaban en casa después de un largo día en la comisaría, y aunque el plan original era salir a cenar, la tormenta repentina cambió todos los planes.
Ambos estaban en la sala, viendo una película en la televisión. Freddy estaba sentado cómodamente en el sofá, mientras Gustabo estaba acurrucado a su lado, abrazando una almohada y escondiéndose un poco cada vez que el sonido de un trueno sacudía el cielo.
-¿Estás bien, tabito?- preguntó Freddy, notando cómo Gustabo se tensaba con cada relámpago.
-Sí, es solo que... no soy muy fan de las tormentas- admitió Gustabo, apretando la almohada con más fuerza.
Freddy sonrió suavemente, entendiendo perfectamente. -No te preocupes, estás a salvo aquí. No dejaré que nada te pase.-
Gustabo lo miró y esbozó una pequeña sonrisa, pero otro trueno fuerte lo hizo saltar ligeramente en su lugar. Sin pensarlo, se acercó más a Freddy, buscando consuelo en su cercanía.
-Creo que la película no está ayudando mucho- comentó Freddy, tomando el control remoto y pausando el filme.
-No, está bien. Solo necesito distraerme- respondió Gustabo, aunque estaba claro que la tormenta lo tenía bastante inquieto.
Freddy pensó por un momento y luego sonrió, dándose cuenta de lo que podría ayudar a calmar a Gustabo. Se inclinó hacia él y lo envolvió con sus brazos, tirando de él hasta que quedó prácticamente sentado en su regazo.
-Ven aquí, Gus. Si estás más cerca, quizás los truenos no se sientan tan fuertes- dijo Freddy mientras lo abrazaba con firmeza.
Gustabo se dejó llevar, apoyando la cabeza en el pecho de Freddy y suspirando profundamente. El calor de Freddy y el latido constante de su corazón bajo su oído lo hicieron sentir mucho más seguro, y lentamente comenzó a relajarse.
-Así está mejor- murmuró Gustabo, cerrando los ojos y dejándose mimar.
Freddy sonrió, acariciando el cabello de Gustabo con suavidad. -Ves, te lo dije. No hay nada de qué preocuparse.-
Los truenos seguían resonando, pero con cada uno, Gustabo se aferraba un poco más a Freddy, buscando refugio en su abrazo. Y Freddy, lejos de molestarse, lo abrazaba con más fuerza, disfrutando de tener a Gustabo tan cerca y sabiendo que su presencia lo hacía sentir seguro.
-Sabes, Freddy... me siento afortunado- murmuró Gustabo, con los ojos cerrados.
-¿Por qué?- preguntó Freddy, curioso.
-Porque siempre estás aquí para cuidarme. No importa si es en la comisaría o en una tormenta como esta. Siempre sé que puedo contar contigo,- respondió Gustabo con voz suave, pero cargada de sinceridad.
Freddy sintió su corazón calentarse al escuchar esas palabras. -Y siempre estaré aquí, Gus. No importa lo que pase, siempre te cuidaré.-
Gustabo sonrió, sintiéndose en paz por completo. Los truenos seguían sonando a lo lejos, pero ya no le molestaban. Mientras estuviera con Freddy, sabía que todo estaría bien.
Y así, acurrucados bajo el sonido de la lluvia, Freddy y Gustabo se quedaron en silencio, disfrutando del simple pero poderoso consuelo de estar juntos.