𝐌i hombre 𝐕irgo

♡ : Café, té y bosque

໑˳☕ 🍵✽‌ ࣭ Te quiero, porque cuando creí que lo sabía todo, me besaste y entonces entendí : que no tenía ni puta idea de nada.

Ayer soñé, que estábamos en una pequeña casa. Tú estabas a mi lado, acostado en la hierba verde y bañada en florecillas silvestres, yo a tu lado. Tomando mi café calmadamente mientras tú sorbías el té de Limón y yerba buena. Las páginas del libro estaban impregnadas del perfume de la flor marchita. Una margarita. Me tumbé a tu lado en la manta verde, mientras éramos a cobijados por la sombra del roble y una brisa suave.

Escuché tus latidos, delineando los ríos azulinos de tus muñecas mientras tu respiración calmada se arremolinaba en el hueco de mi cuello. Tu brazo libre encontró mi cintura y lo envolvió trás la espalda baja. Queriendo estar totalmente juntos y fucionarnos. Coexistiendo junto al bosque. Cada diminuto insecto, el canto de las aves, el canto del arroyo. La danza de los peces, el zumbido de las abejas. Las hormigas llevaban el alimento al nido, pequeños pedacitos de hojitas secas, semillas, pétalos. Seguí su recorrido con la vista, acurrucado sobre ti.

─ Desearía estar una eternidad así contigo. -Murmuré suavemente, tú sonreíste contra mi hombro, sin abrir los ojos.-

─ Pero, ya esto es la eternidad, Taehyun.
¿No lo sabías? La eternidad... Puede ser un segundo. Una hora. Un minuto. Sólo depende de quien sea tu compañero.

Te miré sin entender, sin poder evitar ponernos filosóficos y pregunté, con un mohín interrogativo.

─ No entiendo, Yeyo.

Tú reíste y yo iba a empezar a refunfuñar, como el gruñón e impaciente que soy. Pero besaste mis labios, y si tenía una idea en mi cabeza sobre el reclamo por tu risita traviesa se esfumó. Me diste un beso. De esos como tú sólo sabes hacerlo y me derriten.

─ Tú eres mi eternidad, Taehyun.

Ahí entendí. No necesitaba mil años de vida eterna si tenía ese instante eterno contigo. Besándome con calma. Con amor. Y clavándote en lo profundo de mi ser de una forma inexplicable. Ví estrellas. Galaxias. Sentí mi cuerpo liviano y una sensación de paz, nerviosismo y felicidad indescriptible. También entendí algo. La mayor droga de una persona, es otro ser humano. Tú me hacías estallar miles de colores, alucinar y entrar en un estado de euforia que palabras no habría para describir.