Pensar en tener un cuerpo ideal es una preocupación constante para muchas personas. Desde que somos jóvenes, la sociedad nos ha enseñado a aspirar a una imagen específica, un estándar de belleza que parece inalcanzable para la mayoría. Esta imagen, que se nos presenta a través de los medios de comunicación, la moda, el cine y, hoy en día, las redes sociales, se convierte en un modelo a seguir, un objetivo que, de no alcanzarse, genera en nosotros una profunda sensación de insuficiencia. Nos miramos al espejo y, en lugar de ver nuestra singularidad, nuestra individualidad, comenzamos a notar cada pequeño defecto, cada característica que no encaja con ese molde perfecto que se nos ha impuesto.
Uno siempre piensa en tener un cuerpo ideal, ese cuerpo que otros admiran, que despierta envidias, que recibe cumplidos como "¡wow, qué hermoso cuerpo!" o "¡ojalá tuviera tu figura!". Pero la realidad es que no todos nacemos con esas características físicas tan alabadas. A veces, nos encontramos en un cuerpo que no cumple con esas expectativas, y aunque intentamos aceptarlo, los pensamientos negativos, el bullying y las palabras hirientes de otros nos afectan profundamente. Estos comentarios malintencionados, estas burlas sobre nuestro peso, nuestra altura, nuestro color de piel o la forma de nuestro cuerpo, nos marcan de una manera que a veces es difícil de borrar. Son como cicatrices invisibles que llevamos con nosotros, que nos recuerdan constantemente nuestras inseguridades y que, en ocasiones, nos llevan a extremos emocionales. Estos pensamientos pueden consumirnos, haciéndonos sentir que no somos lo suficientemente buenos, que no merecemos ser felices hasta que logremos ese cuerpo ideal.
El bullying, en particular, es una de las experiencias más dolorosas que una persona puede enfrentar. No solo afecta nuestra autoestima, sino que también puede llevarnos a cuestionar nuestro valor como personas. Las palabras hirientes que se nos lanzan como dardos envenenados se quedan grabadas en nuestra mente, repitiéndose una y otra vez, hasta que comenzamos a creerlas. Esas palabras no solo nos lastiman, sino que también tienen el poder de destruirnos emocionalmente. Nos encontramos atrapados en un ciclo de autocrítica, comparándonos constantemente con los demás, deseando tener el cuerpo de otra persona, deseando ser alguien que no somos. Y esta lucha interna, este deseo insaciable de cambiar, puede llevarnos a extremos peligrosos, desde trastornos alimenticios hasta pensamientos autodestructivos.
Siempre quisiste ese cuerpo ideal, ese que te haga sentir seguro, atractivo, valioso. Ese cuerpo que los demás envidian, que provoca susurros de admiración cuando entras en una habitación. Pero incluso cuando alguien te dice que tienes un buen cuerpo, que te ves bien, que no necesitas cambiar nada, es difícil creerlo. Porque para vos, la percepción de tu cuerpo ha sido distorsionada por años de críticas, tanto de los demás como de vos mismo. Lo que debería ser un cumplido se convierte en un recordatorio de que, aunque los demás puedan ver algo positivo, vos seguís viendo lo negativo. Y esa percepción negativa interrumpe tu vida de paz, invadiendo tus pensamientos y evitando que te sientas completamente cómodo en tu propia piel.
Tu cuerpo, esa envoltura que te acompaña cada día, está compuesto por una multitud de características: tu forma, tu estatura, tu peso, tu color de piel, la textura de tu cabello, la forma de tu nariz, la anchura de tus hombros, la forma de tus piernas, entre otros. Cada uno de estos aspectos es único, y aunque deberíamos celebrarlos, a menudo los vemos como fallas que necesitan ser corregidas. Querés tener una cadera grande, una cadera que sea admirada por su forma, por su voluptuosidad, pero no tan grande que los demás te llamen gorda, que te miren con desdén o que te hagas sentir incómoda en tu ropa. Querés encontrar ese equilibrio perfecto, esa medida exacta en la que te sientas bien contigo misma y en la que los demás también lo noten.
De la misma manera, querés tener una cintura chiquita, una cintura que se destaque, que haga que tu figura sea la envidia de todos. Pero no querés que sea una cintura tan pequeña que parezca enfermiza, que haga que la gente se preocupe por tu salud o que te haga sentir débil. Buscás una cintura que sea esbelta, pero que aún así te permita sentirte fuerte, saludable y segura. Esa es la cintura que deseás, pero a menudo parece estar fuera de tu alcance.
La estatura también es algo que te preocupa. Querés tener una estatura promedio, ni tan alta que llames demasiado la atención, ni tan baja que te hagan sentir pequeña e insignificante. Buscás esa altura que te haga sentir equilibrada, que te permita mezclarse en la multitud sin destacarte demasiado, pero tampoco sin sentirte menos que los demás. Una estatura que te haga sentir cómoda, que no te haga sentir insegura en un grupo de personas, que te permita usar los zapatos que quieras sin preocuparte por cómo te verás.
El color de piel es otra preocupación constante. Querés que tu piel tenga un color moderado, un tono que sea considerado atractivo, pero que no sea tan extremo que te haga sentir incómoda. No querés que tu piel sea tan blanca como la de un muerto, que te haga parecer enfermiza o que te haga sentir que no perteneces a ningún lugar. Tampoco querés que sea tan negra que llegues a un punto en el que se vea azulada, un tono que podría hacerte sentir diferente, marginada o incluso discriminada. Y definitivamente no querés que tenga un color amarillento, un tono que pueda hacer que los demás piensen que estás enferma o que no te estás cuidando adecuadamente.
Pero más allá de todos estos deseos, de todas estas aspiraciones, lo que realmente buscás es la paz interna. Querés sentirte bien con vos mismo, querés dejar de compararte con los demás, querés aceptar tu cuerpo tal y como es. Sabés que la perfección es inalcanzable, que nunca podrás cumplir con todos los estándares de belleza que se te imponen, pero aún así, te encuentras luchando contra esa voz interna que te dice que no sos suficiente. Querés silenciar esa voz, querés encontrar un equilibrio, querés llegar a un punto en el que puedas mirarte al espejo y ver más allá de tus defectos, ver la persona completa que sos, con tus virtudes y tus imperfecciones.
En resumen, la búsqueda del cuerpo ideal es una batalla que muchos enfrentan a diario. Es una lucha contra las expectativas sociales, contra los comentarios hirientes, contra la propia autocrítica. Es un viaje hacia la aceptación personal, hacia la paz interna, hacia la comprensión de que la belleza no está en un estándar, sino en la diversidad, en la singularidad, en lo que hace a cada uno único. Y aunque este viaje puede ser difícil y doloroso, es importante recordar que vale la pena, porque al final, lo que realmente importa no es cómo nos ven los demás, sino cómo nos vemos a nosotros mismos.
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PENSAMIENTOS...
SpiritualEn este libro se abordan pensamientos y emociones que muchas personas experimentan a lo largo de sus vidas. Se exploran desde los sentimientos más hermosos y edificantes, como la felicidad y el amor, hasta los miedos y ansiedades más oscuros, aquell...