Pensamiento sobre la compasión hacia uno mismo

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A menudo somos nuestros peores críticos. Nos exigimos perfección, nos castigamos por cada error, por cada fallo, por cada momento de debilidad. Pero, al igual que mostramos compasión hacia los demás, también necesitamos aprender a ser compasivos con nosotros mismos. La autocompasión no es una excusa para la mediocridad, sino un reconocimiento de que somos humanos, de que es normal fallar, de que está bien no ser perfectos. La autocompasión nos permite tratarnos con la misma gentileza y comprensión que ofreceríamos a un amigo cercano en un momento de dificultad. Es un recordatorio de que el crecimiento no siempre es lineal, de que cada tropiezo es una oportunidad para aprender. Al ser compasivos con nosotros mismos, cultivamos una relación más sana con nuestra propia mente y cuerpo, y nos damos el espacio necesario para sanar y crecer.

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