Capitulo 5

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- ¿Lista Alejandra? - pregunto Jorge, escucho un ruido desde el baño y esta salió con una sonrisa nerviosa. Jorge dejo soltar una carcajada.

- No tengas pena, linda. Trato con mujeres desnudas todos los días - quizás era por eso que amaba su profesión... ¿¡QUIZAS!?

- Oh no, Doctor Blanco, no tengo pena por usted... - dijo y suspiro mientras se sentaba frente a él. - Estaba pensando en mi novio, Xabiani.

- Puedes contarme si quieres - le dijo él mientras abría la bata azul para ver mejor sus pechos.

- Bueno, es que... Hemos peleado por qué no quiere que me opere - le dijo ella. Jorge pasó la mirada de sus senos a su mirada café.

- Tampoco entiendo por qué quieres esto, pechos perfectos, naturales, pequeños pero bien formados - le dijo mientras escribía en una hoja de papel. El escucho el suspiro de su paciente.

- Quiero ser lo mejor para él - Jorge le devolvió una amplia sonrisa.

- Pero si eres muy hermosa, Alejandra - ella le devolvió la sonrisa. - No necesitas pechos grandes para demostrarlo... -

- Quizás tenga razón pero mientras tanto tratare de convencer a mi novio.

Jorge entro al ascensor y diviso a Martina en una esquina, con su carpeta y sus lentes acomodados en su melena castaña, estúpidamente sonrió. Entro en el lleno ascensor y se paró a un lado de ella, quien le dirigió una mirada y aguanto la sonrisa.
Jorge sintió la mirada de alguien a un lado, una chica... Uh. Pero que chica. Y que no se lo estaba comiendo con la mirada... Ella le sonrió tímidamente y él le devolvió la sonrisa. Jorge sintió que alguien tocaba su pecho y le devolvió una mirada a Martina quien miraba para arriba, luego paso la mirada a su pecho donde tenía una nota pegada en la bata:
"Bésala ¿Qué esperas? ." Y una carita hipócritamente 'feliz'. Jorge tomo el lapicero que tenía en el bolsillo y escribió:
"Solo quiero besar a una mujer en este ascensor, y no es ella." Y lo pego en su brazo para salir en el primer piso en el que el ascensor abrió las puertas.


Se escuchaban las gotas fuertes de la lluvia desde adentro de la sala de cirugía, hoy había operado a tres mujeres. Cerró la cicatriz de la última y dejo que las enfermeras hicieran su trabajo. Se quito los guantes y se lavo las manos, vio el reloj en la pared, 10:10 pm. Vaya, que sueño que cargaba.
Salió de su consultorio, Abril no lo había esperado... Bah, seguro estaba de floja, como siempre. Bajo las escaleras, preferiblemente mejor que ese estúpido ascensor. Firmo la hoja en la recepción pero antes de irse se fijo en Martina quien moría de frio en la entrada del hospital mientras maldecía por teléfono.

- ¡Maldición, Francisco! ¡Te dije que salía a las 9:30! - le grito a su hermano por teléfono. - ¿Donde estas? ¿¡Como que fuera del país!? ¡Maldito estúpido, te dije que me dijeras para que Mechi no me dejara! ¡Te dije que no tenia auto esta semana, joder!

Jorge miro al cielo y soltó un suspiro.

- Gracias Dios mío, tu siempre bendiciéndome los días - se dijo a si mismo antes de acercarse a ella.

- Doctora Stoessel...- la saludo cuando se incorporo. Ella lo miro nerviosa.

- Blanco - exclamo soltando un suspiro.

- Veo que tu hermano en Power Ranger te abandono, ¿quieres que te lleve? - le propuso con una sonrisa. Ella se mordió el labio inferior. - Definitivamente, es un sí.

Jorge le abrió la puerta de su amado auto y ella entro en el, cerró la puerta y dio la vuelta para sentarse en la silla del conductor.
- Vaya que tremenda cosa – dijo Martina mientras miraba a todos los botones de mi auto.

- Hermoso. Mi hermosa carroza - dijo con orgullo de su propio auto. Martina lo miro y se rio.

- ¿Cuantos autos tienes?

Las mujeres de Jorge BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora