-Debemos vestirnos... - le susurro Jorge al oído. - E irnos... Estamos mojados y...
- Aja... - dijo ella, Jorge se levanto un poco para mirarla, tenía los ojos abiertos y su mirada estaba perdida en el cielo.- ¿Que te preocupa? - le pregunto él mientras se levantaba de la arena para buscar las prendas. Jorge se puso el boxer y luego busco, la ropa interior de Martina, el vestido, los tacones, su camisa y su pantalón... Conto todo y se lo llevo, ella seguía acostada sin decir ni una sola palabra, al parecer no iba a responderle la pregunta... - ¿Qué pasa, Martina? - sintió una punzada en su corazón cuando ella se sentó y le quito su ropa interior de las manos para vestirse con algo de incomodidad. - ¿Estas arrepentida?
Ella no respondió, Jorge se vistió y ella también... Al parecer ya no estaba tan ida, el agua la había despertado.
Jorge busco en su chaqueta las llaves del auto y agradeció a Dios tenerlas ahi, Martina camino atrás de el, lo siguió hasta el auto con la mirada en el piso y sin decir ni una sola palabra. Oh, había sido una locura.
Ella entro en el asiento de copiloto y Jorge abrió primero la maleta para buscar unas prendas, siempre cargaba ropa de repuesto, por alguna emergencia.
- Ponte esto, o si no vas a morir de frio - le ofreció Jorge entregándole un suéter y un mono, le iban a quedar enormes pero era mejor que la ropa mojada. Ella le dirigió una mirada que Jorge o mal entendió o entendió muy bien, cerró su puerta para dejar que se cambiara, ¿acaso sentía vergüenza de que la viera luego de que...? Jorge se quito la chaqueta y se cambio el boxer y los pantalones, estaba en un estacionamiento y gracias a dios era de madrugada. Tiro en la maleta la ropa mojada y toco el vidrio de su puerta, escucho un débil, "entra", y abrió la puerta para entrar al auto. Ella le dirigió una mirada pero él no la miro, salió del lugar sin decirle ni una sola palabra.
- No me importaba si me veías vistiéndome o no, ya me has visto... - le dijo estúpidamente. Jorge la miro sin expresión alguna, ella se aclaro la garganta y extendió su mano para tomar la suya- ¿Estas molesto?
- No, Martina - fue sincero. Estrecho la mano de Martina y dejo que sus dedos se entrelazaran. - Temo que sufres trastornos bipolares.
Ella no hablo en todo el camino de regreso a su casa, se sentía extraña. Pero necesitaba a Jorge al mismo tiempo. Era estúpido este sentimiento. Su corazón comenzó a latir rápidamente cuando el estaciono frente a su casa, ¿y ahora qué? ¿La dejaría? Necesitaba que la abrazara por la noche. Tampoco iba a pedírselo. El estaba dudoso, parecía como si ella no quisiera estar con él, estaba miedosa.
- Descansa - hablo él. Todas las ilusiones de Martina habían caído al suelo. Ella asintió y abrió la puerta del auto, sin un beso de despedida, sin un apretón de manos. Huir. Escapar. Lo mejor que sabía hacer ella. Salió del auto agarrándose los pantalones con una mano para que no se les cayera y con la otra la ropa mojada.
Jorge la vio entrar al edificio y decidió irse por fin.
Carajo, ambos se sentían usados.
¿Por qué? Ella pensaba que Jorge no quería quedarse con ella y Jorge pensaba que ella no quería quedarse con él.
Ella se recostó en su cama, estaba vestida con su ropa. Tenía su olor. Dios mío, tenía un hueco en el estomago y un nudo en la garganta.Como si hubiera perdido algo muy importante que le había costado conseguir. Así mismo se sentía.
Quizás era su moral, tanto pelear para. Nada. Ya que termino acostándose con él. Otra más del montón.
Tantas historias y rumores que se escuchaban en los pasillos de aquel hospital, tantas. Nunca fue consiente ni estuvo presente en un momento de esos, pero no le faltaban dudas. Ella sabía que Jorge escondía muchas cosas, lo notaba en su sonrisa picara, en sus ojos mieles brillosos que brillaban de mentiras. Ella lo sabía.
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Las mujeres de Jorge Blanco
FanfictionUna historia que dejara muy claro lo que realmente significa el amor. Cuatro mujeres completamente distintas. Cuatro historias. Cuatro corazones. Un solo Jorge Blanco. -La prometida.- Ve por la ventanilla del auto a su mujer que con la mano se despi...