Capitulo 8

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Bajo a la cocina y la vio cocinando unos huevos fritos, se relamió los labios y beso su cuello por la espalda.

- Buenos días - la saludo él mientras se sentaba en la mesa de comedor.

- Buenos días, mi vida. ¿Cómo dormiste? - le pregunto Daniela mientras colocaba su desayuno en frente a él. Jorge miro un papel amarillo que posaba en la mesa, lo tomo entre sus dedos y leyó, "vendedor de inmuebles, John Magister".

- No sabía que estabas interesada en comprar una nueva casa - le comento él. Daniela se acerco a la mesa y se sentó frente a él.

- No, no, no quiero una nueva casa.

- Tampoco sabía que querías dejarme - le dijo con un tono irónico y algo molesto. Daniela resoplo frente a él.

- Por supuesto que no quiero dejarte Jorge, y tampoco quiero una nueva casa... Es que... - ella lo miro con ilusión. - Estoy buscando un lugar para abrir una floristería.

- ¿Floristería? - Jorge se carcajeo. - ¿Desde cuándo quieres abrir una floristería?

- Desde siempre. Siempre quise abrir un negocio propio. Me hace mucha ilusión.

- ¿Y no es mejor una panadería o algo así? - dijo burlón. Daniela negó con la cabeza.

- De verdad siempre he querido abrir una floristería. Me está constando conseguir un buen lugar, pero no dudo que lo consiga pronto. ¿Qué te parece la idea, mi amor?

- Si te hace ilusión, a mi me parece muy bien, cariño. Si necesitas dinero, ahí están mis tarjetas de crédito- le ofreció con cariño. - De más esta decirte que mi dinero es tu dinero.

- Gracias por ser el mejor - le dijo tomando su mano libre y regalándole un beso. Jorge le pico el ojo pícaramente y se levanto de la mesa.

- Estaba riquísimo, linda. Me voy a duchar, voy a salir hoy.

- ¿A qué? - demando.

- Trabajo, cariño ya sabes Daniela. - mintió como de costumbre-

***
- ¡Blanco! – chillo Martina al abrir la puerta. Jorge le devolvió una sonrisa picara mientras la detallaba de arriba a abajo, cargaba unos shorts cortos de color blanco que dejaban ver sus largas piernas; con una camisa gris que dejaba ver su medio hombro. No cárcava zapatos y tenía una coleta mal amarrada. Perfectamente jodidamente excitante. ¿Como podía desearla con tan solo mirarla? - ¿Qué haces aquí? - dijo con un tono incomodo por la mirada de Jorge.

- ¿Acaso vas a negarme que te encanta que este aquí en tu casa? - Martina alzo una ceja y se hizo a un lado para que pasara.

- ¿Debería preguntarte como entraste al edificio? - dijo con un poco de ironía cerrando la puerta.

- Mmm, no - dijo mientras miraba su apartamento. Era común, acogedor. Con tres muebles largos y blancos, una mesa negra de centro, una gran terraza al final, con un gran balcón y una confortable hamaca. Había burlado a los vigilantes, ya sabía cómo entrar al edificio de Martina sin la llave, ¿eso no es ser un completo genio?

- Pensare que eres un ladrón ¿Puedes vivir con eso? – susurro Martina, Jorge se carcajeo a su espalda y la siguió hacia una de las habitaciones. Ambos entraron en una habitación blanca, ni muy desordenada ni muy ordenada. Una enorme cama y muchas fotos en una larga mesa. Jorge se acerco a la mesa y le echo un vistazo a algunas fotos, de su familia, de cuando era pequeña, fotos de sus amigos, de Mercedes y otro chico el cual supuso que era su amigo el gay. Jorge tomo una entre sus manos y la miro bien.

- ¿El es tu amigo el gay? - le pregunto a Martina.

- Si, Alejo - se encogió de hombros. - ¿Quieres ver una película?

Las mujeres de Jorge BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora