28. Damage Control

1.3K 216 31
                                    

CHAPTER──── TWENTY EIGHT ────Control de daños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CHAPTER
──── TWENTY EIGHT ────
Control de daños

N/A:
Tenemos capítulo!
No sean lectores fantasma por favor 🙏🏻 voten y comenten mucho, que igual eso me da para actualizar más rápido ✨💕

N/A:Tenemos capítulo!No sean lectores fantasma por favor 🙏🏻 voten y comenten mucho, que igual eso me da para actualizar más rápido ✨💕

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAMILLA

—Muy bien, ahora que estáis los dos aquí, quiero que me lo expliquéis con lujo de detalle.

Caco me hizo atravesar todo el driver room de Carlos detrás de él, ya que me tenía sujeta por el brazo, y una vez que llegamos al sofá, me sentó junto a su primo, que parecía lo bastante culpable y arrepentido como para mirarme a la cara.

—¿Entonces? — arqueó las cejas, que sobresalieron agresivamente del marco de sus gafas — Estoy esperándoos.

"Yo no entiendo por qué estoy aquí", "Vamos, hombre no entiendo por qué te pones así", "Yo no tengo nada que ver con lo que sea que haya hecho Carlos ahora", "Creo que ya soy lo bastante mayorcito para que me estés dando sermones", "Te juro que yo no...".

—¡Callaos de una vez! — gritó Caco, haciendo retumbar el pequeño lugar y callándonos a Carlos y a mí en el proceso, que habíamos comenzado a lanzar argumentos de defensa a diestra y siniestra — Callaos por favor, que me estáis dando dolor de cabeza — añadió, pasándose las manos por el cabello que estoy segura no podía estar más despeinado.

Tragué saliva y agaché la cabeza, sintiendo una tremenda rabia al notar por el rabillo del ojo la argolla que Carlos todavía llevaba en el dedo anular.

Después de que Emily prácticamente se burlara de mí por no haber sido la mente maestra detrás de la noticia del reciente matrimonio de Carlos Sainz Jr., mi teléfono comenzó a sonar sin parar. Tenía llamadas de mi jefa en DAZN, tenía llamadas de mi asistente, tenía llamadas Silvia, (que debía estar lo bastante desesperada como para llamarme en lugar de venir en persona a buscarme cuando estábamos ambas en el circuito), y tenía llamadas de Caco, miles de ellas. Intuí que no estaba feliz, pero... ni siquiera podía decirse que estuviera cabreado. Echaba humo por las orejas y cada vez que se aventuraba a mirarnos, se ponía más y más rojo de rabia.

𝐅𝐔𝐆𝐈𝐓𝐈𝐕𝐎𝐒 - [Carlos Sainz] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora