17. Traps

3.4K 290 21
                                    

▬▬ CHAPTER SEVENTEEN ▬▬Trampas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

▬▬ CHAPTER SEVENTEEN ▬▬
Trampas

▬▬ CHAPTER SEVENTEEN ▬▬Trampas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAMILLA

Me dieron náuseas nada más bajarme del coche y observar la casa de mis padres abarrotada de gente que entraba y salía, ataviados hombres y mujeres cómo si esto fuera la gala de los Oscares en lugar de un festejo común de cumpleaños.

Observé mi atuendo, unos pantalones rectos negros y una blusa negra a juego con un blazer verde no parecía una combinación que mi madre aprobaría para un evento así, justo por eso decidí no cambiarme al salir del paddock y llegar eleganteme tarde. Porque el festejado podía ser mi padre y la mente maestra de todo este teatro mi madre, pero eso no cambiaba nada el hecho de que casi me obligaron a venir y encima esperaban qué yo dejase tirado mi trabajo.

Entre el tumulto de personas que había en la puerta y los meseros a los que Nerea estaba dando indicaciones en la acera, apenas alcancé a identificar la alta silueta de mi hermano.

—Mamá va a subirse por las paredes apenas vea que no llevas vestido, lo sabes ¿Verdad?

Lo fui escuchando con más claridad a medida que me acercaba. Mis tacones resonando en el camino de piedra.

—Por mí cómo si me echa a patadas de la fiesta, me pongo lo que me sale del coño no lo que ella crea que es apropiado. No busco complacerla — hice una pausa y suspiré, cansada — Para eso estás tú — añadí, arreglando la corbata de su traje una vez que bajó los peldaños de la escalera y quedó frente a mí.

Él sí que iba vestido como galán de Hollywood. El traje negro lo hacía lucir impecable e increíblemente guapo pese a la falta de sonrisa en su cara. Era tan parecido a papá, físicamente sus facciones eran idénticas, fuertes, rígidas y francas; era evidente con solo mirarlo a los ojos cuando estaba feliz o enojado, o cuando no se sentía cómodo con algo... cómo ahora.

—¿Por qué sigues intentándolo? — murmuré por lo bajo, distinguiendo un atisbo de dolor en sus orbes azules. Respiró hondo, inflando el pecho — ¿Por qué, Eric? — insistí — Sabes que ella no va a cambiar, no importa cuanto tiempo pase.

𝐅𝐔𝐆𝐈𝐓𝐈𝐕𝐎𝐒 - [Carlos Sainz] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora