Parte 8

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Satoru había despertado demasiado cansado, hoy se tendría que hacer un buen skincare si es que no quería tener ojeras. Siempre detestaba ser albino en situaciones así, pues sus ojeras se notaban aún más.

Dio un suspiro bastante profundo, no quería levantarse de la cama, aún se sentía avergonzado por caer en la trampa de Suguru.

"Te haré pagar hoy mismo"

Frunció su ceño. Se levantó de la cama y se tomó su tiempo en la ducha.

Estaba cansado, debía aclarar sus pensamientos, pero todo lo que podía pensar era en la transmisión de ayer. Dios, solo deseaba hacer a Suguru suyo para que no se le volviera a ocurrir de él.

¿Quién era tan estúpido como para burlarse de Satoru Gojo?

Salió de la ducha y se hizo sus tratamientos en la cara, después de casi media hora empezó a arreglarse, poniéndose un traje bastante caro y tapándose sus ojeras con maquillaje.

No lo entendía, a pesar de tener un terrible horario de sueño, nunca era de tener ojeras, ese maldito streamer de seguro le había hecho un embrujo.

Salió de su casa y manejó, no estaba para soportar a nadie, estaba de mal humor.

Llegó a su trabajo y de inmediato se sintió un aura pesada y negativa, de repente las cosas se sentían más pesadas y los trabajadores sentían más presión.

Estaba de tan mal humor que si veía un solo error, aunque fuera el más mínimo, despediría a cualquiera.

Se encerró en su oficina dando un portazo, se echó en su escritorio e hizo puchero, pues aún era un bebé grande.

Odiaba sentirse así. Se puso de más mal humor al ver entrar a Utahime con toda la seguridad del mundo en la oficina. Le entregaba unos documentos los cuales debía leer detalladamente, dando opiniones con las marcas con las que había colaborado anteriormente, si se sentía cómodo, cómo era la estancia ahí, etc.

Quiso lloriquear por un segundo, y Utahime le tuvo que entregar firmemente los papeles unas cinco veces. --Por cierto, Geto dijo que saldría un poco temprano hoy— juraba que a Gojo le habían salido orejas de leopardo, las cuales escuchaba atentamente. —Oh, dile que no tengo problema con eso— le sonrió, travieso, Utahime lo sabía, pero de todas formas no tenía ninguna razón para entrometecerse en la vida de su jefe (ni siquiera querría).

Salió de la oficina y Satoru brincaba de felicidad. Si Suguru salía temprano, él también.

Estaba dispuesto a seguirlo como una garrapata. Sería una que se lo comería lentamente, haciendo que Suguru tuviera que sacárselo de encima un par de veces.

Pero, inconscientemente, tenía algo de control en Suguru.

Y eso a Suguru le aterraba, hoy no quería ir al trabajo, sentía que se estaba ahogando en un mar sin fondo, realmente lo estaba haciendo.

Ya se sentía lo suficientemente avergonzado con la sola mentira de trabajar en una empresa tan importante a pesar de tener un pésimo "trabajo real", y más al enterarse que el jefe de todo eso miraba sus streams.

No solo era el sentimiento de vergüenza, si no la humillación.

Ahora lo único que deseaba, era borrarle esa sonrisa del rostro a ese niño engreído y tan malditamente atractivo.

Pero, ¿cómo?

Porque cuando Gojo terminó todo el papeleo, fue en busca de Suguru, y le hizo infinidades de bromas incómodas, en susurros para que los demás no escucharan.

--No seas aburrido, solo juntaremos nuestros rostros para promocionar otro perfume, nada del otro mundo— sugirió, y Geto solo negó. —No, eres capaz de que cuando termine me des un beso y todos dirán cosas sobre nosotros —respondió, sin siquiera mirar a Gojo a la cara —¿Y a mí qué? O si tan timido eres, podemos ir a mi oficina y... —río, se divertía con esas bromas estúpidas. --Ni lo sueñes, Satoru— recibió un gesto, Satoru le sacaba la lengua.

𝐒𝐧𝐨𝐰 𝐋𝐞𝐨𝐩𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora