Nova
«2 DE ENERO, 13:13H»
—Señorita Volkov, ¿es consciente de los daños generados a la vivienda que se le adjudicó a... —Escuché papeles siendo removidos—... Tay. Tay Kim, su tutor.
—Ya no lo es. Cumplí... —Carraspeó, esperando una respuesta—. Ah, sí, soy consciente de ello.
—¿Es también consciente de la cantidad de personas que han salido heridas?
Clavé mis uñas en mi muñeca izquierda, la que no estaba vendada.
—Sí.
—Entonces, ¿también es consciente de que lo que pasó el día 30 de diciembre a las 23:34 horas fue debido a su falta de autocontrol?
—Sí, lo soy.
—En ese caso, señorita Volkov, su examen de autocontención no ha sido aprobado todavía, ¿cierto?
Asentí.
—Tiene que decirlo en voz alta, señorita Volkov. El audio esta siendo grabado.
—Correcto, no ha sido aprobado, pero...
—Lo que significa que no estuvo ni está calificada para realizar ese tipo de evento.
Asentí, bajando la mirada.
—Digo, sí.
—Aunque usted ya tenga la mayoría de edad, no estar calificada representa un delito más agregado a la lista, señorita Volkov.
La silla dura y de madera, vieja y apolillada, hacía que me acomodara cada 5 segundos debido al dolor que sentía en mi trasero. Con mis piernas cruzadas, volví a una posición recta y crucé mis brazos al oír lo último, tratando de no demostrar lo intimidada que me sentía en este momento, pues yo era la que tenía un foco de luz apuntándome. Los demás yacían en la oscuridad, juzgándome, observándome a través de un vidrio de visión unilateral en una habitación contigua, como la criminal que era... por tercera vez.
Todo este ambiente había sido creado para desencadenar una confesión o, en mi caso, dar origen a un discurso de arrepentimiento.
Para mí. Ni lo primero, ni lo segundo.
A penas escuchara el veredicto y la pena, me largaría.
—Por decisión unánime, será sentenciada a una multa de 5 mil créditos por los daños materiales, se le prohibirá el ejercicio de actividades relacionadas con el delito cometido y prestará servicio comunitario por 31 días a partir de mañana —finalizó el juez—. Eso es todo, puede retirarse.
El juzgado ya me conocía. Sabían que no era un chica problemas de quien preocuparse. Mis mierdas no eran hechas a propósito, los daños eran producto de un accidente, sin embargo, el castigo era el mismo para mantenerme a raya si es que algún día dejaba de ser solo "un accidente".
Por eso, ningún personal de seguridad me acompañó a la salida.
Caminar sin sujetos a mi alrededor dentro del edificio de la Unidad Superior parecía un descuido muy descarado o una burla a mis facultades, pero no me importaba. Una llamada de atención fue suficiente, no era peligrosa si asi lo quería. Y claro que así lo quería; odiaba mis poderes, de modo que usarlos no formaba parte de mi vida, salvo en momentos de pánico y estrés como lo fue hace unos días.
Ya iban... tres veces.
Sí. Tres veces causando perjuicios a una porción pequeña de la sociedad. La noticia ya debía estar circulando en todo Alpha. Aún así, vine sola al juzgado. Mi hermano, el cual estuve ignorando desde la fiesta, ahora mismo no tenía idea de mi paradero, tampoco que estaba metida en esto y con una multa encima.
Necesitaba salir cuanto antes de aquí. Las paredes sosas y grises y el olor floral del ambientador electrónico que exhalaba cada 10 pasos, me provocaba mareos.
Llegué a la entrada principal. La joven recepcionista me sonrió de nuevo cuando pasé por su campo de visión, se despidió de mí y la imité incómoda. Debía tener mi edad o un par más que yo. No estuvo las dos veces anteriores que vine. Seguro era una natural de bajos recursos que había recibido la oportunidad de trabajar en este lugar.
Se le veía contenta.
—Isanova.
La voz que pronunció mi nombre completo me arrancó del efímero ensimismamiento que me causó contemplar la felicidad de la recepcionista. Y choqué contra un cuerpo duro y esbelto que olía a limón.
—Volkov. ¿Qué tal te ha ido? Creo que soy el único que vino a verte —Krishan miró a mis espaldas y luego a ambos lados, en busca de alguien que refutara su suposición.
La ultima persona que me esperaba ver, y la que menos quería, había aparecido de la nada y estaba justo aquí a pocos centímetros de robarme un beso de nuevo.
—¿Qué haces aquí? —Lo rodeé y avancé hacia la salida.
¿Por que demonios pensé en eso?
A penas puse un pie afuera, él ya estaba a mi lado.
—Al parecer, a los dos nos citaron el mismo día y a la misma hora —dijo acelerando las palabras y el paso a su vez, y sonó a excusa— No pienses que vine aquí porque me importas. En realidad, sigo los deseos de alguien, así que escucha...
¿El favorito de Alpha siendo castigado, igual que yo? Lo dudo.
—No quiero tus disculpas, ni tu dinero. Déjame en paz —Empecé a caminar más rápido, pero me alcanzó en cuestión de segundos.
Algo quería.
—Isanova.
—Es Nova. Nova. Solo Nova —Me detuve para corregir su forma de llamarme y al estudiarlo detenidamente desde que apareció, lo que vi fue todo menos culpa.
Tal vez, lo que ví esa noche en su rostro fue solo mi imaginación, una ilusión que tapó el dolor en mi orgullo por haber caído en su trampa.
La cara pálida de Krishan estaba colmado de hematomas que cubrían sus mofletes y una parte de su ojo. Tenía una herida en el labio inferior, partiéndolo como si fuera un piercing de carne muerta.
No parecía dolerle. No parecía ni humano. Su seriedad me ponía nerviosa.
No hubo culpa, ni la habrá, ¿qué esperabas?
—Isa, entonces.
Rodeé los ojos y seguí mi camino.
—Antes de que creas que soy un completo egoísta, déjame decirte que estas absuelta de todo.
Paré en seco, incapaz de confiar en lo que había dicho.
—¿Qué?
—Estás libre de cualquier cargo que te hayan impuesto, y tampoco tienes que pagar la multa. Yo la pagué por ti. —Afirmó con seguridad, sin duda, sin miedo, sin dolor. Después de todo, era una de las personas más ricas de la ciudad.— Esta es mi disculpa, me da igual si la aceptas o no. Ya está hecho.
—¿Viniste aquí para restregarme en la cara lo fácil que es para ti pedir perdón gracias al dinero?
—Piensa lo que quieras de mí, Isanova. Ya hice lo que tenía que hacer, no hace falta que me lo agradezcas.
El tono de su voz sonaba como alguien que no estaba mintiendo.
—Bien.
—Bien. —Sonrió, y me asusté por un momento.— No te debo nada, Isanova Volkov.
—No. Nada.
Aparté la mirada y cuando volví mi atención hacia él para decirle un vago gracias desapareció tan rápido como había surgido antes en el edificio.
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Duality
FanfictionNova Un 30 de diciembre me convertiría en la anfitriona del vigésimo primer cumpleaños de mi hermano. Esa noche, Tay se reencontraría con el causante de sus pesadillas: Krishan, y yo pasaría a ser una de las tantas víctimas de su poder. Nunca pensé...