¿Inevitable sería la palabra exacta para describirlo? Creo que sí

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Krishan

«13:56

Ante el surgimiento de mis poderes, comencé a tener en cuenta lo tortuoso que era a esas alturas de mi vida interactuar con lo nuevo que me rodeaba. Lo que vivía dentro de mí no me ayudaba en absoluto a conocer únicamente el exterior de las personas, pues al momento de acércame a ellas, incluso dirigirles una corta mirada, inconscientemente repetía en mi cabeza lo que estaban pensando. Aparecían impresos en mi visión lo que más las asustaba, lo que más deseaban, lo que las hacía imperfectas y sus más profundos sentimientos.

¿Inevitable sería la palabra exacta para describirlo? Creo que sí.

—¿A qué has venido?

Leer pensamientos ajenos, por más que el dueño de dicha conciencia lo supiera o no, sonaba como una acción imposible e inhumana a través de los labios de un natural. Leer mentes para los antinaturales sonaba igual de peligroso, pero al menos ellos sabían a qué estaban enfrentándose cada vez que se cruzaban con mi mirada.

Los únicos que podían mantener el contacto visual conmigo eran los integrantes de ese grupo que en su momento de gloria habían sido inseparables, y que ahora no existía un pegamento que los uniera.

—Pero siguen siendo amigos, ¿no?

—Sabes que no. No desde...

—Si solo viniste a causar más molestias, vete —dijo.

—¿Desde qué?

—Tú también estabas ahí, deberías saberlo.

—Si te pregunto es porque no tengo ni puta idea, Kris. ¿Desde qué?

Dejé pasar el hecho de que había usado "puta" como adjetivo para expresar su interés.

—Desde que Tay desapareció.

—En serio, Kris, vete antes de que haga algo de lo que luego me arrepienta.

—Pero si está frente a tus narices.

—Ah, ¿por qué creí que hablar contigo iba ser como hablar con alguien normal? Ni siquiera existes en el mundo material. Mejor, mantente calladito.

Este ser, en ocasiones, actuaba como un niño de 8 años cuando en verdad se hallaba en plena etapa de adolescencia. Tal vez, solo me estaba tomando el pelo o se hacía el tonto para sacarme de quicio. Cualquiera de las dos alternativas me aseguraba que era una sustancia viviente que llegaba a entender lo que era el sarcasmo, la ironía y los chistes de doble sentido.

Claro, si vivía en mi cabeza tenía que saberlo.

—Escúchame, Tay...

—Por favor, vete.

Años atrás cuando Junsok, en un club nocturno a horas de la madrugada luego de vomitar encima de mí el alcohol que habitaba en su estómago, me dijo que le valía una mierda que entrara en su mente y que lo considerara un libro abierto, supe que la amistad no volvería a tener el mismo significado para mí.

Antes de ser traídos a Alpha, para nosotros los siete las nuevas experiencias debían disfrutarse en grupo y al máximo. Con mis facultades naciendo a los 15, tener que fingir que era un chico más del montón cursando su adolescencia, culpando a las hormonas por su actitud, cambió por completo mi forma de ser. El Krishan que todos querían estaba desvaneciéndose cada día, ya no era dulce, cariñoso, atento, adorable, ni reía de cosas absurdas como los chistes de Kim; no, el Krishan especial de ese entonces se hallaba en un esquina con la mirada perdida, pegada en el chorro de agua que salía del caño abierto de una blanca tina.

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