Opciones.

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Todo estaba bien. Gema veía el progreso de su hijo, se reía más y parecía que había olvidado la ausencia de su padre.

¿Pero cómo Christopher iba a apartarse sin ninguna explicación de parte de Gema?

Ella estaba jugando con Atlas cuando un lujoso yate se puso enfrente de ellos.

Christopher la miraba como si quisiera matarla.

Él dió un paso adelante y saltó.

Aterrizó en el yate de Gema sin ningún problema.

Se acercó a pasos largos y se plantó enfrente de ellos.

-Tienes que explicar qué esta pasando por tu cabeza.

No miró a Gema solo miró la cara gordita del niño.

Cuando quiso alzarlo el niño volteó y enterró su cabeza en el cuello de su madre.

Christopher se quedó quieto ante eso. Su bebé siempre lo recibía con alegría y entusiasmo. ¿Por qué ahora no?

-Atlas, papi volvió.

Cuando intentó alzarlo este se aferró a la ropa de su madre.

Él miró con duda a Gema.

Ella solo suspiró y acarició la espalda de su bebé.

-Gema, ven conmigo.

-No. Vete, por favor.

Christopher buscó las cosas de Gema y Atlas y lo juntó todo.

-Vienes conmigo.

-Señora?

Gema miró al capitán y le sonrió.

-Le agradezco por todo. Fue divertido.

Christopher ayudó a Gema a subirse al yate y luego subió él.

Él la guió hasta una habitación donde había una linda cuna.

-Quiero bañarlo.

Christopher la guió en silencio.

Ellos bañaron a Atlas quien no miró a su padre.

Cada maldito segundo en silencio y sin las risitas de su hijo era una daga en su corazón.

Lo sacaron y lo pusieron en la cama.

Gema lo secó con delicadeza y luego le puso el pañal.

-Voy a buscar su ropa.

Gema dejó a Christopher con el bebé.

Christopher se acercó a Atlas.

-Bebé.

Atlas miró el techo.

-Me estás ignorando?

Christopher intentó tocarle la panza pero Atlas lo manoteó.

-Atlas, papá lo siente. Papá no debió tardan tanto.

Él le acarició su gordita mejilla.

Atlas hizo un puchero y las lágrimas empezaron a caer.

Christopher se sentó en la cama y alzó a Atlas. Lo abrazó con fuerza contra su pecho.

-Papá lo siente.

-¡Waaa!

Christopher cerró los ojos sin saber que hacer con el dolor que tenía en el pecho.

Se disculpó una y otra vez mientras lo mecía. Le acarició su cabeza llena de pelos negros.

Primogénito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora