Atlas bajo las escaleras con timidez.
-Buenos dias.
-Buenos dias, mi amor.
-Buenos dias.
Se quedo parado en la puerta del comedor.
Gema y Christopher lo miraron con extrañeza.
¿Y este que?
-¿No vas a sentarte a desayunar?
-Eh...si.
-¿Que esperas, mi vida?
-Necesitas una invitacion?
Atlas nego con la cabeza y se acerco a la mesa. Se sento en la silla y comio su desayuno en silencio. Como un niño bueno
Gema y Christopher intercambiaron miradas. Se encogieron de hombros y siguieron comiendo.
Pero a Atlas no se le quito lo extraño.
Se sento con sus padres en silencio a ver las noticias. Sirvio un te para sus padres, no pidio constantemente que cambiaran de canal y no hablo hasta por los codos sobre sus juegos.
-¿Bien, que esta sucediendo?
Gema apago la tele y volteo a mirar a Atlas.
-¿Que sucede, Atlas?
-Nada.
Atlas se encogio ante las miradas de sus padres.
-Mientes. Que esta sucediendo?
-Nada, por que deberia suceder algo?
Atlas parpadeó y Christopher entrecerró los ojos.
-Que quieres? ¿Quieres dinero, permiso para salir, quieres...?
-Qué? ¡No! No quiero nada, solo...
-Atlas, amor, solo pide lo que quieras no te diremos que no.
Atlas se sonrojo y miro a su madre.
Christopher y Gema no le quitaron la mirada de encima.
Era igual a cuando era niño. Nada a cambiado a cuando tenía 8 añitos.
-¿Ustedes siguen enojados?
-Enojados?
-Por qué estaríamos enojados?
-Por lo que sucedió ayer.
Christopher se rió.
-Lo solucionamos ayer. Ya te dijimos que no estamos enojados, solo estabamos un poco...asustados.
-Sí, estabamos aterrados ante el solo pensamiento de que habías muerto. No puedo enojarme contigo por mucho tiempo, no puedo enojarme contigo por quedarte dormido y no morir en ese avión. Eres lo único que tengo y tendré en esta vida. Eres muy importante para mí.
Atlas abrazó a su madre con fuerza.
Christopher se acercó y acarició la espalda de su hijo.
Había recibido tantos avisos de que sus mellizos poblablemente habían muerto, que fueron secuestrados o que estaban heridos. Las primeras veces sintió un verdadero miedo pero con el paso del tiempo se empezó a adormecer.
Sus hijos siempre venían victoriosos y vivos.
Pero ante la noticia de que posiblemente Atlas había muerto sintió como si el mundo daba una vuelta tan brusca que lo afectó de gran manera.
Tenía tres hijos y solo uno de ellos era civil y estaba empezando una carrera.
Sus hijos tenían casi la misma edad y sus vidas eran tan diferentes. Mientras Atlas está avanzando los demás ya lo tenían todo hecho.
A sus 19 años Atlas tiene un camino a ser un buen basquetbolista.
A sus 19 años sus mellizos estaban a solo unas cuantas misiones para subir de puesto. Hace años dejaron de ser soldados. Hace años que sus manos estaban pintadas de rojo.
Atlas...
Atlas incluso aún era virgen.
La joya en las palmas de Gema.
Y para él era la bala de plata más preciada que tenía entre sus municiones y que jamás estará en el cartucho.
A Atlas no le podía pasar nada nunca.
Al final la que perdía todo por completo sería Gema.
🍃🍃🍃🍃🍃
-Sabes qué sucedió?
-No. Chris no me contesta las llamadas dice que está fuera de servicio.
-Salió tan rapido.
-Lo viste? Estaba pálido. Nunca lo había visto así.
-Yo tampoco y eso que lo crié.
-¿Y si es...?
-Rachel?
-Nunca me convenció por completo el que no tuviera un amante. Siempre tan pendiente de lo que fuera que hubiera allá afuera. Odio no saber qué es lo que lo puede poner así.
Reece guardó silencio. No iba a meterse en el matrimonio de Christopher, el hombre tenía más de cuarenta años sabía lo que hacía.
Él ya solo era un anciano que solo debía consentir a sus nietos sin procuparse por nada.
🍃🍃🍃🍃
-Debo ir al trabajo.
Christopher se levantó de la silla luego de limpiarse los labios.
-Suerte, papá.
-Gracias. Cuídate, campeón y mantén tu celular siempre con carga.
-Sí, papá.
Atlas miró a su madre.
-Mamá no desearas suerte a papá?
Gema miró con desagrado a Christopher mientras masticaba.
-No te preocupes, Atlas.
Christopher sonrió con burla.
-Se volvió grosera luego de su menopausia.
Y se retiró.
-¡¡¡Christopher!!!