Gema tomó un sorbo de su té con delicadeza.
El aire era tan pesado que la hacía reír en su interior.
Miró a su hijo que parecía incómodo.
Dejó su taza y posó su mano en la rodilla de su hijo.
-Amor, estás bien?
Atlas miró a su madre y sonrió.
Su madre era una luz en esta oscuridad. Al parecer su llegada había causado una infelicidad entre las personas.
Miró a su padre y él parecía normal. Estaba tranquilo y no parecía infeliz ante la presencia de su madre.
Atlas suspiró y sonrió. Si su padre no era infeliz todo estaba bien.
-Papá comió la mayoría de los pastelitos de limón.
Atlas dijo como si le susurrara a su madre pero todos escucharon.
Gema miró a Christopher y luego al plato que estaba en sus manos.
4 pastelitos.
Ella acarició el rostro de su hijo.
-Haré más en casa, solo para ti.
Christopher hizo una pausa.
-Solo para mí?
Atlas volvió a preguntar con una sonrisa.
-Solo para ti.
-Mami eres la mejor.
Atlas levantó el mentón y miró sobre el hombro a su padre.
Christopher entrecerró los ojos y le advirtió con la mirada.
Atlas desvió la mirada con rapidez.
No era buena idea provocar a su padre.
🍃🍃🍃🍃
-Vamos, hermano, no pasará nada.
-No creo que sea buena idea.
-Por favor, Atlas. Nosotros somos coroneles te vamos a cuidar y no te pasará nada.
Atlas lo meditó y asintió.
-Está bien.
Los mellizos sonrieron.
...
Gema llamó a Atlas pero éste no le contestó.
Era la primera vez que su hijo no llegaba a la casa sin avisarle que saldría. En sus fiestas organizadas por su equipo él siempre se encargó de informarle para que ella no se preocupara.
El reloj marcaba las 12:46 de la noche.
¿Debería preocuparse aún más?
Ella se quedó a esperar has las dos de la mañana.
-Ya no aguanto.
Se levantó del sofá y apagó la televisión. Agarró su celular y empezó a buscar a su hijo por el chip de rastreo que tenía puesto.
Era algo que no le gustaba utilizar así que nunca lo hizo. Creí que su hijo era un chico responsable, le avisaría cuando no llegaría a la casa y con quien esgaría. Evitaba ser una madre sobreprotectora y no agobiar ni asfixiar a su hijo.
Observó la ubicación y frunció aún más ceño.
Atlas no estaba en Londres.
¿Por qué carajos estaba en Watford?
Salió corriendo de su casa y fue al estaciinamiento. Eligió el auto más rápido que Chris le había regalado a su hijo y se subió en ese. Condujo a toda velicidad a la otra ciudad donde su hijo vaya saber qué estaba haciendo.