Capítulo VIII: Impulsos Peligrosos.

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Las luces sicodélicas era lo único que permitía distinguirse en medio de tanta gente y tanto ruido. Apenas y se podía estar a salvo si se sentaba en la barra, ahí no molestaba ni lo molestaban.

Obanai miró a su alrededor tratando vanamente de encontrar algún motivo, justificación o sentido válido para asistir a ese... ¿Carnaval?

Los alumnos gritaban, saltaban, bailaban, sudaban, bebían, fumaban, unos se besaban, otros se devoraban. Una de las cosas que más llamó su atención fue el alcohol y el cigarro. Es decir, se supone que era un evento avalado por la escuela, no debían vender alcohol a menores de edad.

En su estancia en la barra pudo apreciar cómo se desarrollaba aquella situación. Los estudiantes iban y pagaban al expendedor el triple del precio, así cualquiera vende lo que se le diera la gana. Supone que eso es lo malo de un colegio estatal.

¿Por qué quiso asistir a ese instituto? Claro, porque ese era el colegio al que Kaburamaru quería asistir. Si lo piensa bien él, ni siquiera fue consultado. Un día su padre llegó diciéndole que ya estaba inscrito, que el examen de admisión sería en unos meses y que no podía hacerlos quedar mal.

Una media sonrisa apareció en su rostro cuando recordó la cara de su madre y cómo se le cayó el cigarro a su padre cuando al despedirse les anuncio que se iría a una fiesta. De haber esperado sus reacciones, ¿lo hubieran detenido?, ¿hubieran dicho algo así como: "Kaburamaru nunca hubiera desperdiciado un sábado de esa manera"? No lo sabe y quizá nunca lo sepa, lo único de lo que está seguro es que en ningún momento se les pasó por la mente el hecho de que era la primera y última vez que salía a un evento de esos.

-Otro. -Habló al muchacho del bar, encargado de servirle Coca-Cola.

El encargado del bar no tardó mucho en cumplir con su pedido a la vez que lo hacía con lo de varios más.

-Superior Iguro.

El aludido giró a su derecha hasta encontrarse con una chica. Envuelta en un bonito vestido verde y lo miraba con el rostro sonrojado, o al menos así se apreciaba a través de su antifaz.

-Lo sabía, eres el superior Iguro. -Exclamó emocionada.

Eso él ya lo sabía, la muchacha parecía haber encontrado la cura para el cáncer.

-¿Qué deseas? -Preguntó a secas y sacando la mayor cantidad de paciencia que podía.

-Yo... bu-bueno...

Bravo, la chica tartamudeaba.

-Me preguntaba si... es que usted...

Paciencia, paciencia.

-Quisiera...

-No. -Atajó rápidamente conforme recibía el vaso con su bebida y regresaba a encarar a la joven.

-Pero... Aún no le he preguntado nada.

-Da igual. -Contestó con simpleza. -Según entiendo, hay pocas cosas que "quisieras" que realizara contigo, entre ellas están: bailar, no me interesa, beber algo, -El joven de cabellos azabaches alzó su vaso. -ya lo estoy haciendo y, por último, platicar, no creo que conozcas algún tema que me interese o que puedas entender algún tema que yo proponga. Si ni siquiera pudiste terminar la pregunta sin tartamudear.

Dicho lo cual se dio media vuelta, escuchó un par de gimoteos que cesaron en pocos segundos, seguramente la joven se marchó chillando. Ni modo, ella solita se lo buscó.

Maldita Coca-Cola y su alto contenido de azúcar que hacía a las personas querer consumir más y más. Pero, tomando en cuenta el lugar en el que se encontraba no podía hacer mucho, un poco de agua embotellada sería lo último que conseguiría en ese lugar.

𝘛𝘩𝘦 𝘞𝘢𝘺 𝘐 𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘠𝘰𝘶 [𝘎𝘪𝘺𝘶𝘚𝘩𝘪𝘯𝘰 *⁠.⁠✧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora