Capítulo IV: Dos luciérnagas solitarias.

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Los reflectores iluminaban la cancha, la misma que pronto sería ocupada por los equipos rivales que competirían por un mejor lugar en la tabla de posiciones. Por otra parte, los fanáticos estaban tan emocionados que lanzaban gritos y silbidos que mostraban su emoción.

Algo que estaba a punto de enloquecer a Aoi.

–Cambia esa cara, Aoi. –Sugería un animado Inosuke más extrovertido que de costumbre. –Te vas a poner más vieja.

Esa maldita vocecilla era lo que más le irritaba.

–¿Quieres que cante el himno de Kawasaki también? –Preguntó sarcástica por la idiotez que acababa de decir. –Lo siento, pero no me lo sé. –Añadió mordaz.

¿Le pedía que se animara? ¡¿Cómo?! Si estaba en la barra contraria al equipo que su camiseta marcaba. Ya había escuchado hasta del mal que se iba a morir por hacer dicha acción bajo presión.

–Puedes irte si quieres, no te detengo. –Dijo Inosuke sin importancia y una malévola sonrisa surcó su rostro.

Aoi regresó a ver a la fuente de sus problemas con rabia. No podía negar que la suerte estuvo de su lado y le dio un buen argumento cuando quisieron ir a lugares separados. Le dijo que él no pensaba ir a la barra de los Alvark y que si ella se iba no se hacía responsable ni por las "barras bravas" ni de que luego no se encuentren para regresar, después de todo él tenía el vehículo y el partido acababa entrada la madrugada.

–Eres irritante. –Espetó molesta.

–Gracias. –Hashibira lo tomó como un halago.

Regresó a ver a su colega. No lucía muy animada, al contrario, tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados. Estaba seguro de que si en esos momentos se encontraba con un alumno del instituto lo castigaría sin motivos.

–¡Muévase anciana!

Un par de mocosos pasaron atropellando a la extraña pareja e insultando a la peliazul inspectora. Terrible error. Aoi era como una granada de contacto, al más mínimo roce explotaría, sin importarle si era un niño, adulto o anciano.

–¡Alto ahí, jovencitos!

Escuchó como gritaba y los individuos pararon en seco, aterrados. ¡Si eran un par de niños! Pobres infelices.

–Debería de darles vergüenza. –Aoi empezaba con su monólogo. –No solo van atropellando a la gente, sino que, además, le faltan al respeto. ¿Qué clase de educación les dieron en sus casas? –Preguntó indignada, cruzada de brazos – ¿De qué escuela vienen?

–Cállese, vieja bruja.

El otro joven se volteó para callar a Aoi.

–Niños desvergonzados, si fueran mis hijos les rompería la mandíbula por faltar el respeto a sus mayores. –Les regañó molesta.

Inosuke miraba a sus alrededores, las personas empezaban a prestar atención a la escena que estaban montando. Vergüenza ajena estaba empezando a sentir, y pensar que eso no ocurría muy a menudo en él.

–Dirá sus nietos. Mi madre no es tan vieja. –Siguió contestando el joven. –Deberían de prohibir entrar al estadio a las ancianas.

–¿Vieja? –Aoi estaba indignada.

–Aoi, cálmate. –Pidió Inosuke notando las furiosas miradas que le dedicaban a Kanzaki.

–Debería largarse con su camiseta de los Alvark, an-ci-a-na.

–Malcriado.

Aoi tomó coraje y avanzó hacia el muchacho, el cual, se regresó y la empujó con fuerza. Hubiera caído al piso de no ser porque Inosuke se interpuso en su trayectoria y la sostuvo.

𝘛𝘩𝘦 𝘞𝘢𝘺 𝘐 𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘠𝘰𝘶 [𝘎𝘪𝘺𝘶𝘚𝘩𝘪𝘯𝘰 *⁠.⁠✧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora