¿Morat? ¿y esos qué?

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Narra Martín

Amaba estar así, escuchaba cada latido y sentía cada respiración de Isa.

- Eres el mejor regalo de cumpleaños que puedo desear - susurré, del otro lado se escuchaban los ronquidos leves de Villamil.

- Y tú el mejor regalo de mi vida - sentí su aliento acariciar mi cabello, sonreí - Te quiero mucho.

- Yo igual, aunque querer no sea lo mismo que amar.

- ¿Y cuál te parece mejor?

- Amar.

- Entonces te amo - yo ya se lo había dicho pero nunca lo había escuchado salir de sus labios, juro que quisiera que ese fuera mi tono de llamada, de notificación, mi alarma y de toda mi vida.

- Yo igual.

Y esa noche se nos fue con pláticas donde los únicos testigos fueron la oscuridad y la luna que resplandecía a través de la ventana.

Fue de las mejores noches de mi vida.

Al día siguiente
Narra Isaza

Descubrí algunas cosas durante la noche:

1- Martín habla dormido, a veces son murmullos pero en otros momentos se escuchaba muy claro mi nombre, por lo que escuché creo que estaba soñando en que estábamos en una cita.

2- Necesito preguntar si tengo que pagar por usar esa almohada, es la cosa más suave y cómoda que he tocado en mi vida.

3- Nunca había sentido tan entumido el brazo, diría que valió la pena pero no lo puedo ni mover.

Pero sin importar nada, amé haber dormido al lado de Martín.

- ¿Bonito? - comenzó a sonar su alarma - despierta - se removió y abrió los ojos poco a poco.

- Buenos días Isa - levantó la cabeza y ví su sonrisa.

- Buenos días mi niño - le sonreí de vuelta.

Sonó otra alarma del otro lado, estiré el cuello y ví a Villamil intentando apagarla aún un poco dormido, cuando lo logró sonrió levemente, se volteó y siguió durmiendo.

- ¿Y ese loco? ¡Villamil despierta! ¿Acaso no sabes que las alarmas son para que te despiertes y no de adorno? - le dijo Martín burlándose, el otro solo se retorció y nos vió con mala cara, yo, como buena persona que no sabe mantener el contacto visual retiré la mirada.

- Cállate - se levantó, agarró la corona de flores que había dejado en la repisa y abrió una puerta que conectaba a otro cuarto, entró y cerró de un portazo.

- ¿A dónde va? - pregunté.

- A su cuarto, ayer estábamos haciendo una pijamada, ¿no?

- ¿Entonces me estás diciendo que me pude haber salvado de mi brazo entumido? - se levantó en automático.

- ¡Perdón! Tú eres el que quiso que durmieramos así, si me hubieras dicho que te molestaba me hubiera ido con...

- ¡No lo digas! - ¿Y ese ataque de celos? Que cosa tan barbara, Martín me sonrió levantando las cejas.

- ¿Estás celoso de Villa?

- No - escondió una risa.

Nos levantamos, yo me encerré en el baño a cambiarme mientras que Martín se cambiaba en el cuarto, salí y noté que aún no se ponía la playera, quería volverme a encerrar pero como estaba de espaldas supuse que no me estaba viendo así que aprecié la vista viendo cada detalle de su espalda, así continúe hasta que él sintió que lo estaba viendo y volteó a verme.

¿Su majestad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora