es 2050 pero en el pueblo de kinuspi aún siguen viviendo como en 1960, claro, tienen la mente abierta como la otra gente pero el estilo de vida es.... diferente.
los protagonistas de esta historia son:
Martín Vargas Morales, el hijo de Juan II, el r...
Cuando estuvimos preparados nos quedamos en la cama de Martín sentados cada uno en sus cosas, yo seguí pensando en el beso, ahí había algo, lo sé, ahí hay unos sentimientos que mueren por salir.
¿Y si los dejáramos salir? ¿Qué pasaría?
Me imaginé escenarios sin saber en que momento terminé con una mano sobre el muslo de Martín y la otra levantando su mentón, me vió raro y lo volví a besar haciendo que dejara su teléfono de un lado, se recargó para atrás con sus dos manos apoyadas y seguimos con el beso, fue como los otros, insinuaba otras cosas.
Narra Martín
¿Cuándo comenzamos con esto? De un momento a otro ya estaba sentado arriba de Isaza, él me agarraba de la cintura y yo del cuello profundizando nuestro beso, fue justo ese momento cuando nuestras lenguas se juntaron, me comencé a mover un poco estando arriba de él hasta que de pronto soltó un ruidito, todos sabemos de que ruidito hablo, me sorprendí y me separé al instante, ¿Será que él...?
- Perdón - se disculpó con la respiración agitada, realmente me parecía muy sexy.
- Está bien, no te disculpes - le sonreí pícaro - nada mal - él se sonrojó, siento que fue por mi mirada.
- ¿Crees qué...?
- Obvio que me gustaría - adiviné lo que quería decir.
- Pero tu papá.
- Si nadie escucha no se dará cuenta - comencé a besarlo de nuevo, no sé de dónde había sacado ese atrevimiento.
- Martín para un poco - me separé un poco asustado - ahorita ya estamos arreglados, ¿te parece al rato? - se me revolvió el estómago, después de esas palabras las horas se me pasarían eternamente.
- Está bien - lo volví a besar pero ahora fue tierno.
- ¿A qué hora tenemos que estar ahí?
- A las ocho.
- Nos queda 1 hora.
El atardecer comenzaba a mostrarse, decidimos asomarnos al balcón de mi cuarto que tenía vista al mar.
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- Es realmente hermoso.
- Lo sé - nos quedamos viendo hasta que el sol desapareció completamente, recargué mi cabeza en el hombro de Isaza - Te amo - le dije.
- Yo te amo más.
Dieron las ocho, como la fiesta sería en el castillo podíamos bajar a la mera hora, mi papá no me había obligado a ir a la misa, lo cual agradezco ya que no me considero muy creyente que digamos, Isa y yo bajamos las escaleras y llegamos al gran salón donde ya había luces prendidas y todo eso, los sirvientes iban de un lado a otro sirviendo bebidas, nos guiaron hasta nuestra mesa donde ya estaban Villamil, Simón y en la silla de su lado la bolsa de Nath, noté que estaban un poco incómodos, Simón en su celular, Villa tronandose los dedos, nos sentamos.
