6. Emociones hechas un nudo

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—¿Cuánto llevamos aquí?

—Cinco minutos —contesté mirando mi reloj.

—Tengo calor —lloriqueó.

—Suelo tener ese efecto en las mujeres. No te sientas especial, estoy acostumbrado a oirlo —bromeé.

Seguíamos encerrados en la habitación. Yo tumbado a la derecha del colchón y Willow a mi lado, con los pies en la almohada y la cabeza colgando. Ambos mirábamos al techo, aburridos.

En estos cinco minutos le había dado tiempo a preguntarme siete veces la hora, a quejarse nueve veces de la calor y a darme un accidental codazo en los huevos al tumbarse. "Accidental", aunque yo eso no me lo creo.

—¿Entonces que es lo que hacías con el resto de chicas durante las dos horas de encierro? —decidió sacar tema de conversación.

—Nada especial. Hablábamos, quizá alguna afortunada conseguía llegar a los besos y manoseos, pero nunca nada más allá.

—¿Por?

—No me interesan —me encogí de hombros, aun sabiendo que no me veía —Considero hueca de cerebro a toda aquella que puje por mí.

—¡Eh!

—Perdón. Todas menos tú, claro. Tú eres la más inteligente entre las huecas.

Willow se incorporó para alcanzar a golpear mi estómago con su puño.

Tras quejarme y retorcerme de dolor sobre el colchón, me dejé usar de almohada para la cabeza de la chica. Cruzó los brazos sobre mi cintura y apoyó la barbilla junto a mí ombligo, después me observó.

—¿Me traerás más veces?

—No —conteste con sequedad, pidiendo a gritos olvidar el tema.

—Tus amigos... No me han caído tan mal, ¿Sabes? Sí, es cierto que son una ofensa andante al mundo de la moda, y que combinan colores que me hacen replantear si debería ser penado de muerte todo aquel que los use, pero me gusta su naturalidad.

—Te lo dije.

—Jane no tiene filtros, ¡Dice todo lo que piensa y le da igual lo que opine la gente! —exclamó con asombro como si fuera algo nunca visto, algo proveniente de otro mundo —Y Finnick... Ese chico me recuerda a una zanahoria, por lo pelirrojo. Además, a pesar de su falta de soltura es dulce y agradable.

—¿Entonces te han caído bien?

—No. Solo digo que podría llegar a tolerarlos, si eso te contenta.

—No te imaginas cuánto —sonreí con sinceridad —¡Por fin seré libre!

Willow arqueó una ceja en mi dirección.

—Explícate —ordenó.

—Ahora que tienes a más gente puedo dejar de fingir que soy tu amigo.

Y así fue como me gané el segundo golpe de estomago de la noche.

—No lo dices en serio, te encanto. No podrías vivir sin mí —replicó volviendo a tumbarse sobre mi pecho.

—No, no podría. Aunque quizá deba dejar de admitirlo en voz alta, lo que menos queremos es subirte aún más el ego.

—¡Tu alimentas mi ego!

Reí ante su indignación. Últimamente hacerla enfadar se había vuelto divertido.

—Aunque encuentres cien amigos más no podría dejarte y lo sabes —admití —hicimos una promesa.

—Siempre juntos —rememoró en voz alta.

Después se formó el silencio. Pero no un silencio tenso ni incómodo, un silencio de paz, en el que ambos hicimos la vista atrás y recordamos viejas anécdotas juntos.

Invadida por la nostalgia, Willow rompió ese silencio.

—¿Wynn?

Alcé un poco la cabeza para mirarla a la cara.

—¿Sí?

—Te quiero. Se que pocas veces te lo he dicho, a pesar de que tú me lo recuerdas todo el tiempo y... No quiero que pienses que no es así porque para mí eres lo más importante y... y... —titubeó al no encontrar las palabras que buscaba.

Lucía nerviosa. Quería abrirse y expresar sus sentimientos pero no se sentía cómoda con ello, y lo entendía. Willow nunca ha sido así, ni siquiera con su madre.

Existen personas extrovertidas e introvertidas. Siempre he pensado que ella era el punto medio.

Yo, sin embargo, tengo muy claro que pertenezco a ese primer grupo. Así que decidí tomar iniciativa y facilitarle las cosas.

Está bien, quizá no facilitárselas, solo me dejé llevar por un impulso, acorté las distancias entre nosotros y la besé.

Willow se sobresaltó, puesto que fue un gesto que nos pilló a ambos totalmente desprevenidos. Aún así no rehizo las distancias y se quedó para continuar ese beso.

Fue dulce, lento, pero profundo. Y se sintió tan bien como raro e indebido.

¿Que estábamos haciendo?

Willow y Wynn, Wynn y Willow. Éramos como hermanos.

Sin embargo al separarnos para coger aire ninguno dijo nada al respecto.

Con las emociones hechas un nudo, volví a echarme sobre el colchón. Willow se dejó caer a mi lado y dejamos fluir al más tenso de los silencios.

La había besado.

No puedo describir la satisfacción que sentí.

Sí, me gustó.

Me gustó besar a Willow Lewis.

💋💋💋

Buenasss

De nuevo un capítulo algo más corto de lo normal. Puede que no actualice en un tiempo, tengo algunas cosas que hacer, pero tras dejar está pequeña bombita de capítulo prometo retomar pronto y con mucha fuerza.

Gracias por leer y no olvides votar si te está gustando :)

Una Rubia Peligrosa [1er y 2do libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora