16. Terapia

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—Soy una persona horrible —sollocé moqueando el hombro de Wynn.

Hacía casi una hora desde que entramos a su apartamento, y en todo ese tiempo no había sido capaz de despegarme de él.

No quería. Él era lo único bueno que me quedaba y sentía que si lo soltaba lo perdería para siempre.

Me aferré a Wynn durante unos segundos más antes de dejarlo libre. El rubio me contempló, compadeciéndose. Secó mis lágrimas con sus pulgares y se levantó del sofá para perderse tras los muros de la cocina.

Volvió con una tarrina de helado y dos cucharas.

—Terapia, lo llaman los sabios —bromeó ofreciéndome la cuchara —antes de acabarnos la tarrina ya habremos encontrado una solución a todo esto, ya verás.

—¿Me lo prometes?

Wynn asintió con una sonrisa lastimera.

—Wanda va a encargarse de eliminar todas las pruebas —comenté con la boca llena de helado —William sabe cuales son mis intenciones, seguramente ande investigándome, y si es así no tardará en encontrar una larga lista de motivos por los que denunciarnos a mí y a Wanda: robo, allanamiento de la propiedad privada y otros cien motivos que seguramente yo desconozca.

—¿Qué pasará con él?

—Eso no me corresponde a mí. Puede que Wanda se conforme con ganarle en las elecciones o puede que no. Yo ya he cumplido con mi parte, ahora ella debe cumplir su promesa y dejarme marchar.

—¿Estás segura de que te conseguirá esa puesto de trabajo para Valentino?

Asentí.

—Y además no será muy lejos de aquí. Tengo ahorros, podré comprarme un apartamento a las afueras de la ciudad.

—O podrías venir a vivir al mío.

—¿Podría?

—Podrías. En el hipotético caso de que esa mujer cumpla con su palabra y tú consigas el puesto como modelo.

—Está bien saberlo. Gracias, Wynn.

El rubio esbozó una pequeña sonrisa y dio otra cucharada al helado.

—¿Me dejaras hoy elegir película?

—Es tu casa —reí a modo de afirmación.

El rubio puso Titanic por vigésima novena vez y yo volví a quedarme dormida antes del final.

Desperté ya de día, con Wynn roncando a mi lado y una nueva notificacion en mi teléfono.

~Bryce
No has venido hoy a clase, ¿Todo bien?
11:43

~
¡Dios mío, me he quedado dormida!
11:57

~Bryce
¿Hasta tan tarde? Fuí a tu casa a recogerte, tuviste que oír el timbre, al menos.
11:59

~Tú
Es que he pasado la noche en lo de Wynn.
11:59

~Bryce
Oh, con tu amigo el narcotraficante, genial.
11:59

~Tú
No hables así de él!!!
12:00

~Bryce
Tienes razón... Creo que me molesta que pases tanto tiempo con él y tan poco conmigo.
12:00

~Tú
Se llaman celos.
12:00

~Bryce
Se llama querer pasar más tiempo con la persona a la que quieres.
12:01

~Tú
¿Y quien es esa persona tan afortunada? ¿La conozco?
12:01

~Bryce
No te lo tengas tan creído, Willow. Hablaba de Wynn, él es quien me trae loco.
12:01

~Tú
JAJAJA. Hablamos después, ¿Sí? Esa persona a la que tanto quieres se está despertando.
12:01

~Bryce
Besos!
12:01

—¡Buenos días, bella durmiente! Adivina que dos personas se han quedado dormidas y han perdido toda la mañana de clases.

Wynn se llevó las manos a la cabeza, tratando de ubicarse en el espacio tiempo.

—Eso no importa, estamos de celebración —respondió frotándose los ojos con las muñecas.

—¿Y qué es lo que celebramos?

—Qué he dejado la droga —dijo como si fuera lo más obvio del mundo.

—¿De nuevo?

—Ya han pasado las veinticuatro horas. Oficialmente, estoy en pleno proceso de desintoxicación.

Me reí, sin depositar muchas esperanzas en su propósito. Seguramente a la noche ya habría vuelto a caer en la droga. Ese era mi amigo y había que quererlo con todos sus defectos.

—¿Qué tal estuvo la película?

—Pues como las anteriores diez veces: espectacular. Sería genial si algún día aguantaras despierta hasta ver el final.

—¿Para qué? Ya me desvelaste que aquel rubio tan guapo moría.

—¿Jack? —me encogí de hombros ante la duda —Eres una ignorante, una analfabeta cinematográfica —declaró con dramatismo.

—Podré vivir con ello.

Wynn rodó los ojos.

—¿Has pensado que harás hoy, rubita?

—Quiero ver a Bryce.

—¿Aunque eso implique ver a William?

—¡No! Lo invitaré a algún lugar publico lo más lejano posible de la casa Halton. Ahora que parece que todo ha acabado, quiero dedicarle más tiempo.

—Te gusta mucho, ¿Cierto?

Asentí.

—Creo que si pongo algo de mi parte, lo nuestro puede salir bien.

—No sabes cuanto me alegro, Willow. Aunque tú novio me caiga de culo y tú vayas a dejar de quererme para quererlo más a él... Estoy muy contento por tí, de veras.

—No voy a quererte menos por quererle a él. Eso es imposible. A tí no te quiero —sonreí dispuesta a picarlo.

Wynn agarró un cojín y lo estampó contra mi cara, borrándome la sonrisa.

—Retira eso.

—¡Es la verdad! ¡No puedes obligarme a quererte! —exclamé devolviéndole el golpe.

—¡Que equivocado estaba contigo! —me lanzó de nuevo el cojín —No eres una rubia peligrosa, eres una rubia maligna, cruel y perversa.

Me reí y atrapé el cojín al vuelo.

—Pues está rubia maligna te abandona para irse con Bryce —anuncié agarrando mi teléfono y escribiendo al susodicho.

~Tú
Nos vemos hoy en el parque junto a la academia?
12:19

—¡Eso, Lewis! ¡Huye con tu Romeo y deja a tu amigo aquí plantado!

Le dediqué una última sonrisa antes de ponerme los tacones, agarrar mi bolso y salir del apartamento.

Hice a pié la vuelta a mi casa. Por el camino varios alumnos de la academia me pararon para hablar, o simplemente me saludaron.

Era reconfortante volver a sentirme alguien en el mundo.

Volver a sentirme querida.

Una Rubia Peligrosa [1er y 2do libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora