Comida + Llamada

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Disclaimer: Hetalia y sus derivados pertenecen a Hidekaz Himaruya.

Advertencias: Temática slash (hombre/hombre). Diferencia de edad (6 años).

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El día del cumpleaños de Antonio pasó lentamente. Estuve toda la mañana tirado en la cama mirando el celular, preguntándome si debía mandarle un mensaje, llamarlo o hablarle por el chat.

Cuando llegó la hora del almuerzo, lo habré estropeado unas dos veces debido a estar pendiente del celular. En la segunda oportunidad el abuelo llegó hasta la cocina, reflejando preocupación en su rostro.

—¿Hijo? ¿Qué pasa? Hasta mi habitación llega el olor a quemado.

—Nada. Sólo... lo dejé calentando más tiempo del que debía.

—¿Dos veces?

—¡Sólo sigue con tu trabajo! Ya te llamaré cuando esté listo.

No escuché ninguna respuesta de su parte. Cuando me atreví a girarme ya no estaba en la habitación. Seguí con mi tarea y con dificultad logré terminarlo cerca de las tres de la tarde, entonces fui a llamarlo.

—¿Ya está? —dijo sorprendido— Pues vamos que tengo hambre.

Detrás de mí caminaba mientras escuchaba como frotaba estruendosamente una mano contra la otra. Al llegar al comedor vi su cara de decepción al ver los platillos en la mesa.

—¿Sucede algo? —pregunté molesto.

—No, nada.

Se sentó a la cabecera de la mesa y yo me senté a un lado. El silencio predominaba en toda la habitación. Cuando probé la primera cucharada admiré a mi abuelo por seguir comiendo a la vez que intentaba poner una cara de agrado.

—No tienes que comer. Sé que está horrible. —Dejé los cubiertos a un lado.

—Lovi, hijo. Lo que prepares yo lo comeré —dijo seriamente, mientras colocaba una de sus manos sobre la mía. Me sentí muy apoyado y hasta sonreí— A pesar de que sea algo como esto —agregó para luego soltar una carcajada.

Retiré mi mano de un golpe y me giré molesto. Aún conociéndolo me lo tomé en serio, qué iluso. Mi abuelo se puso de pie y tomó ambos platos.

—Espera que prepararé algo rápido.

Solté un bufido y me eché en la silla, malhumorado.

—¿Qué pasa Lovi? Estás distraído hoy.

—No es nada.

—Mm, está bien.

Dentro de media hora la comida ya estaba lista, y esta vez sí era algo digerible.

—¿Hoy vendrá Antonio?

Comencé a toser ya que me había atragantado con la comida. Me pegué en el pecho repetidas veces y luego tomé jugo. Intenté calmarme y respirar más lento. Luego de unos instantes lo logré.

—¿Lovi?

—No entiendo porqué me preguntas por él.

—Como tú hablas más con él.

—No es cierto. Se la pasa hablando con Feliciano.

—¿En serio? —Se veía sorprendido— Mi intuición está decayendo entonces.

—¿Qué quieres decir?

—Pensé que le gustabas tú, no Feli.

Podría asegurar que mi rostro enrojeció como pocas veces, si hasta casi me ahogué con la comida otra vez.

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