Parte 8

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—Hola, ¿con quien habló?

—Señora, tenemos a su esposo.
Si no, nos da 50 millones de aquí a mañana, su esposo morirá.
Por cierto, no avise a la policía, si lo hace no verá más a su esposo. —dijo un hombre y cortó la llamada.

—Dios mio.
¿Que haremos?, ¿Como puedo conseguir 50 millones?

—Mamá, ¿qué sucede?

—Señora, está usted algo pálida.
¿Pasó algo?

—Me llamó un hombre, y dijo que tienen a mi esposo.
Piden 50 millones para mañana.

—No, puede ser mamá.
¿Cómo haremos?

—Yo solo les puedo dar cinco millones.
No tengo más dinero. —expresó Brandon.

—Tranquilo Brandon.
No podemos recibir su dinero.

—Señora, llamemos a la policía.
Yo lo puedo hacer ahora mismo.

—No, Brandon.
Me dijeron que no avisará a la policía, porque si no, no vería más a mi esposo.

—Es que esto es un caso policial, señora.

—Lo sé, pero tengo miedo de que a mi esposo lo asesinen.

—Mamá, no quiero perder a mi padre.

—Mi niña, lo sé.
Pero, no sé qué hacer. No sé cómo conseguir dinero.

—¿Sale el número del que llamó?

—No, sale privado.

—Dios santo.
Solo sé que hay que hacer algo.
No se debe perder tiempo.
Pero, miren, aquí solo hay esta opción, llevar un maletín con dinero falso, avisar a la policía lo sucedido.
Y de ser posible, que los policías vayan con la sirena apagada, para tratar de que los criminales no se den cuenta.

—¿De donde sacaremos dinero falso?

—Conozco una persona que puede hacer dinero falso.
Solo lo hace para casos especiales. Lo llamaré ahora mismo.

—Está bien, joven.
Hazlo, no veo otra opción.

—Sí, sí es la única opción.
Llama a ese conocido tuyo. —le dice Samanta.

Al día siguiente.
Estaba la madre de Samanta dejando el dinero falso al lugar al que le dijeron por un mensaje.
Los policías estaban muy bien organizados, dejaron el auto junto con dos policías, y el resto fueron a ver si agarraban a los delincuentes.

—¿No viene nadie con usted? —preguntó uno de los delincuentes.

—No, señor.
Yo vengo sola, ¿dónde está mi esposo?

—Pronto lo verás.
Pero, antes debo revisar que el dinero esté completo.

—Señor, mire ahí puede poner el maletín, para que revise el dinero.—dice la madre de Samanta.

—Sí, buena idea.

Como el delincuente estaba de espaldas, no se percató de lo que iba a suceder.
Los policías se acercaron poco a poco hasta llegar a una distancia adecuada para atrapar al delincuente.

—Manos arriba.
Deje ese maletín donde está. —dice un policía, quien se acercó a donde la mamá de Samanta, para protegerla del delincuente. 

—No era que no había nadie más que usted.
Ahora su esposo morirá. —gritó el delincuente, mientras los policías lo arrestaron.

—¿Dónde está el esposo de la señora?
—preguntó un policía, molesto.

—No les diré nada.

—Alex, y Johan, llevárselo al auto policial.

—Kevin, Paulo, Karmen y Fabian.
Acompáñen me  a buscar al esposo de la señora.
Paula, y Raúl, ustedes dos se quedan cuidando a la señora.

—Sí, señor. —dijeron todos.

—Dios mío, que encuentren a mi esposo sano y salvo.

—Tranquila señora.
Todo estará bien, ya lo verás.

—Espero que así sea.
Por cierto, usted es una mujer muy joven, y es policía.

—Muchas gracias.
Sí, tengo cinco años de trabajar al servicio de las personas.

—Que bueno.
En este mundo se ocupa buenos policías, sean hombres o mujeres.
 
—Así es señora.

Mientras tanto los otros policías estaban arrestando a los demás delincuentes.
El padre de Samanta, solo estaba algo herido, pero no tenía nada grave.
  
—Atención a todas las unidades, hubo un robo en la calle Arcoiris, cerca de la tienda de ropa americana la belleza.
Necesitamos refuerzos.

Se escucha en la radio portátil policial que tiene el policía Raul.

—Compañeros, habla Raúl.
Aquí estamos en un caso policial en este momento. —dice el policía.

—Me imagino que eso es a cada rato.
Que pasa un caso policial.

—Es correcto señora.

—Miren, traen a mi marido, y a esos delincuentes.

—Cariño.
Aquí estoy, perdón por todo lo que han sufrido mi hija y tú. —expresó el hombre, abrazando a su esposa.

—Está bien amor.
Ya todo paso. Tenemos que ir a casa para ver a nuestra hija.

En eso llega otro aviso policial a la radio portátil.
Esta vez el caso fue bastante terrible.  

El diario de una fea. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora