Parte 9

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—Atención compañeros.
Hay 12 personas asesinadas en la calle la Esperanza. Se dice que fue por ajuste de cuentas, al parecer familiares de la persona la cual era  objetivo estaban hay.
Incluyendo niños que fueron asesinados.

—Ese caso es terrible.  —expresaron ambos padres de Samanta.
Luego de eso, ambos fueron llevados a su casa.

—Papá, estaba muy preocupada por ti. —dice Samanta con lágrimas en sus ojos. —Por un segundo pensé que no te vería nunca más. —luego de decir eso, abraza a su padre.

—Hija, perdóname.
Las puse en peligro, y eso provocó que se angustiarán por mí.

—Está bien papá, ya pasó todo el peligro. Tú estás aquí con nosotras.

—Señor, me alegra que estés bien.

—Muchas gracias muchacho.

—Brandon, hoy mismo empezaré a mejorar mi calidad de vida.

—Me alegra mucho escuchar eso.
Deseo que te vaya muy bien en el proceso.

—Te lo agradezco.
Brandon, ¿quieres algo de comer o de beber?

—Si quieres algo de beber,  mi hija puede preparar un café. —dice el padre de Samanta.

—Sí, yo puedo preparar café, y mi madre había comprado algo de pan.

—Me encantaría un café.
Y tomarlo todos juntos. —expresó Brandon.

Un mes después.
En el parque, donde se encontraba Samanta, y Brandon.

—Amiga, definitivamente has agarrado mis consejos, ya que has adelgazado un montón en un mes.

—He estado cumpliendo todo al pie de la letra, y por eso estoy adelgazando.

—Cariño, espera que yo camino más lento que vos. —se escucha que dice un joven.

—Recuerda que estoy caminando para seguir en forma, después de lo que viví. —le responde una chica al joven, mientras se detiene a esperarlo.

—Sí, cariño,yo se que realmente te propusiste adelgazar, y mira el gran cambio que tuviste.
Eres hermosa desde antes, ahora lo eres mucho más.

—"Ay gracias amor", eres un lindo. —dice la chica y le da un beso.

—Que linda esa pareja, al parecer la chica fue gruesa y él la apoyó.
—expresó Brandon.

—Muchacha, algo se le cayó al suelo.—le dice Samanta a la joven. —Brandon tienes razón en eso.

—Muchas gracias.
¿Cómo te llamas? —expresó la chica, acercándose con su novio a donde estaban, Brandon y Samanta.

—Yo me llamó Samanta, y él es mi amigo Brandon.

—Mucho gusto, yo soy Karla, y este es mi novio Saúl.

—Es un gusto conocerlos. —dicen los cuatro jóvenes, el uno al otro.

—Samanta, veo que tienes una libreta a un lado de dónde estás sentada.

—Sí, me la dio mi amigo.
Aquí hay recomendaciones para adelgazar. Sabes, yo era más gruesa.

—¿Enserio?
Yo también era de contextura gruesa, y fui a un nutricionista y adelgace increíblemente.

—¡De verdad!, eso es genial.

—Sí, y espero que tú también logres tu meta.

—Te agradezco Karla.
¿Podemos ser amigas?

—Claro, por supuesto qué sí. —dijo, y abrazó a Samanta.

—Y no solo ustedes serán amigas, sino que los 4 tendremos una muy hermosa amistad. —dijo Brandon.

—Es correcto amigo. —le dice Saúl.

En eso le entra una llamada a Samanta, y ella contesta.

—Hola, sí.
Mamá, ¿qué sucede?

—Samanta, no habla tu mamá.
Soy Carmen la vecina.
Tu madre olvidó su celular en mi casa, y fui a dejarlo, pero...

—Pero, ¿qué?, ¿qué sucede?

—Tu casa esta en llamas Samanta.

—¿Qué?, ¿cómo que en llamás? —preguntó Samanta, levantándose de donde estaba sentada.

—¿Qué pasa Samanta?

—No se, ven para acá ahora mismo. —dice y corta la llamada.

—Debo irme, mi casa está en llamás. —expresa con gran angustia.

—"Dios mío", no puede ser. —expresan los nuevos amigos de Samanta, y Brandon.

—¿Cómo pudo suceder esto?
Mi Dios, Samanta yo ya casi te alcanzó.

—Bueno, está bien. —dijo, y se va corriendo.

—¿Me dan sus números, para después hablar?

—Por supuesto que sí. —responden ambos jóvenes.

—No puede ser, ¿que sucedió aquí mi Dios? —expresa Samanta. —madre, padre. —grita llena de angustia.

—Señorita, ¿usted vive en esta casa?

—Sí señor, yo vivo aquí con mis padres, necesito ver cómo están.

—Tranquila, los compañeros están haciendo todo lo posible para ayudarlos.

—No entiendo lo que pasó, yo estaba en el parque con un amigo, y una vecina me llamó con el celular de mi madre, diciendo que mi mamá fue a su casa y olvidó luego llevarse su celular, y que se lo iba a dejar pero se topó con esto. —expresa angustiada.

—Entiendo señorita, pero tranquilice.

—Necesitamos ayuda de inmediato.
Este hombre está muy mal. —dice un bombero, quien sacó al padre de Samanta, junto a otros dos compañeros.

El diario de una fea. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora