🔥CAPITULO 4🔥

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Christopher Morgan:

Llevamos cinco horas caminando por la selva amazónica a la deriva y sin rumbo alguno.

El GPS, el rastreador y el localizador no sirven. La temperatura tampoco colabora, hace un calor de mierda.

Sophia camina frente a mi.

Fue valiente y ha demostrado resistencia. En ningún momento dudó a la hora de enfrentarse a los cuatro criminales.

Verla me recuerda a una leyenda que mi nana le contaba a su hija sobre una ninfa que vivía en un río, poseía un largo cabello negro, ojos azules como el mar y rostro angelical. Su cuerpo volvía loco a los pescadores haciéndolos pecar.

Ella tiene cualidades que enloquecerían a cualquiera.

«Incluyendome»

Cuerpo exuberante, labios carnosos, cabello largo color azabache.

«Que se sentirá enredar mis manos en él mientras me la tiro sobre mi escritorio?»

«Es lo que he querido hacer desde que la volví a ver»

Monos pasan encima de nosotros columpiándose de rama en rama, aparto los pensamientos ya que es la hermana de la novia de mi mejor amigo.

«Tirarmela no es un delito o si?»

Ascendemos montaña arriba con la esperanza de conseguir algún tipo de señal, el ascenso es difícil porque ha llovido. Debido a ello, la densa vegetación vuelve el terreno húmedo y resbaloso.

Siento un pequeño dardo en el cuello, tocó el lugar percibiendo una enorme roncha.

«Picadura de abeja»

Miro hacia arriba, observo que hay un panal del tamaño de una enorme calabaza.

Sophia se resbala cayendo en el lodo, corro y le tapo la boca para que no grite debido a que no podemos llamar la atención del peligro que tenemos encima.

Le señalo el panal mientras ella asiente con la cabeza, intenta levantarse y vuelve a caer.

La levanto en brazos alejándome del panal, a medida que voy subiendo el sol se va intensificando, el sudor me recorre la frente mientras alcanzo la cima de la pequeña montaña.

-Puedes bajarme ya- me dice apartando un mechón de su cara.

-Puedes sostenerte?

-Si... Creo.

Ruedo los ojos.

La bajo sin dejar de mirar sus ojos, mientras baja siento como una de sus manos acaricia mi pecho, apoya el pie y se va contra el piso.

-Mierda- reniega tomándose el tobillo.

-Dijiste que podías sostenerte- la regaño.

-Pense que podia- contesta.

Ruedo los ojos «Odio a las mujeres tercas»

-Quitate la bota, te revisaré el tobillo.

-No es necesario...

-Estar coja nos quita tiempo a la hora de caminar y ¿Adivina que? No estoy de genio para lidiar contigo muñequita.

-No me digas...

-Muñequita.

Rodo los ojos y yo solté una risa.

Se sienta sobre el suelo deshaciéndose del zapato, observo que el tobillo no está inflamado, pero sí bastante rojo. Se quita el calcetín mientras me arrodilló ante ella, tiene los pies pequeños y delicados, trae las uñas pintadas de blanco.

FIRST LADY (Christopher Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora