Sophia James:
Y así fue como termine frente a un bar, no iba a beber claro que no, pero me gusta la música que ponen y ver lo que pasa a mi alrededor.
«No tiene sentido»
Ya lo se pero soy una persona única.
Me adentro a un bar cualquiera, salsa, merengue, y bachata predominan el ambiente. Mujeres y hombres me ofrecen bebidas y una que otra sustancia alucinógena.
Llego a la barra y miro a mi alrededor.
-Que tomarás, hermosa?- me pregunta el hombre de la barra.
-Una coca cola- digo.
Me mira con una ceja alzada.
-Me la vas a dar o que?
Estrella una lata de coca cola en la barra.
-Gracias.
Asiente volviendo a desaparecer.
-Bailas?- me pregunta un moreno moviendo los hombros al ritmo de la música.
La música está buena pero...
-Soy gay- añade con una sonrisa.
-Guárdame esto- le entrego mi cartera al hombre de la barra.
No sé quién diablos es pero ¿Que más da? Yo sé defenderme, por ello, integrarme con extraños no es problema. Dejo que me lleve a la pista, Romeo Santos tiene a la gente sudando.
Se asombra cuando tomo el ritmo rápido, es que bailo desde los cinco, en la FEMF, las mujeres como yo deben tener un talento creativo, unas cantan, otras tocan instrumentos musicales, yo me fui por la danza y el canto.
-Que haces aquí sola?- pregunta el moreno.
-No tenía a nadie quien me acompañará- me encogi de hombros.
-Puedes acompañarnos- señala una mesa- soy Victor, somos dominicanos.
-Me llamo Sophia.
Bailamos dos canciones antes de presentarme con sus amigos.
-Te presento a María, Guillermo, Pablo y Carolina.
Me saludan amablemente, el grupo de personas me acogen como uno de ellos, bailo hasta que me duelen los pies.
A las dos de la mañana toman rumbo dejándome en la barra.
-Un gusto conocerte, Sophie- se despide con una sonrisa.
-Gracias por el rato.
El calor es insoportable.
-Más, hermosa?- pregunta señalando la lata de coca cola vacía.
-Por favor- digo haciendome una cola.
Reviso mi celular. Tengo una llamada perdida de Rachel, Luisa y de mi madre.
-Quieres bailar?- me pregunta un hombre con la cabeza rapada repleto de sudor. La punta de una navaja se le asoma en el cinturón. Tiene pinta de abusador.
-No gracias- digo dando un paso atrás.
«Me estoy asustando, no quiero vivir ese trauma de nuevo»
-Te vi bailar con el maricón- replica molesto- no te hagas la difícil conmigo.
-No me hago la difícil, simplemente no quiero.
-La musica está suave- aferra su mano a mi antebrazo.
-Dije que no.
De un tirón me saca del banquito.
-Di que si, la pasaremos más que bien.