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El omega pelirrojo trataba de no pensar en lo que había pasado, en especial cuando su omega le reclamaba y le daba el sentimiento de culpa.
Ese día había decidido ir a ayudar a sus padres con la cafetería. Su ánimo no era el mejor he intentaba no verse tan mal aunque las ojeras debajo de sus ojos y su olor a tristeza lo delataran.
Ahí estaba Ni-ki en el almacén viendo al gran mueble donde tenían las reservas, ni siquiera trataba de recordar a qué lo había mandado su padre pero sabía que ya tenía mucho rato allí dentro. No mentiría si dijera que su propio olor lo estaba sofocando.
- Uh, ¿porqué apesta como si unos marihuanos hubiera entrado aquí? - Su madre había entrado sin prestar atención a su hijo quien la veía con un puchero en sus labios.- Deberíamos tener más cuidado con...-
- Mamá, soy yo. - El omega habló al darse cuenta que la alfa no había notado su presencia.- Perdón. No me había dado cuenta que estaba dejando salir mi aroma.
- No, tranquilo, cariño. - Su madre se sintió un poco avergonzada por lo que había dicho antes.- Anda, sal y trata de despejar tu mente un poco. No queremos que nos vengan a acusar por hacer cosas que son ilegales, ¿si?
El chico solo pudo asentir con pena.
Su madre había logrado oler toda su tristeza y seguramente recibiría otra larga charla llegando a casa.
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Sunghoon estaba empapado en sudor y había cerrado los ojos para recobrar un poco el aliento del esfuerzo físico que estaba haciendo de sostener a su madre omega que soltaba maldiciones a su padre alfa que estaba con esa aura tan seria de siempre y sentado recto.
- ¡Eres un! Ni siquiera voy a insultar a tu mamá porque no lo merece. Ella no tiene la culpa de tener un hijo tan horrible como tú- Ryujin lo señalaba con su dedo índice teniendo el ceño fruncido.
JiHoon quien estaba comiéndose un sándwich en la cocina recibió una mirada de ayuda por parte de su hermano mayor.
Chasqueó la lengua y dejó su comida en la mesa para ir hasta donde su mamá y ponerse frente a ella.
