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La familia Nishimura se encontraba cenando, todos estaban en sus respectivos lugares pero se podía sentir la tensión en el aire.
Ni-ki veía por cortos segundos a sus padres pero estos estaban metidos en su mundo; ignorandose mutuamente. Ni siquiera quería hablar porque tenía miedo que le dijesen algo.
Apretó los labios dejando los cubiertos sobre el plato y se limpió la boca con la servilleta que había estado usando. Soltó un largo suspiro levantándose de su asiento; pero la dura madera sonó arrastrándose contra el piso, logrando romper el silencio sepulcral en el que se encontraban todos.
- Me iré a lavar los dientes para irme a dormir. - Tomó su plato dispuesto a irse pero la voz de su padre lo detuvo.
- ¿No está Sunghoon esperándote allá arriba, verdad? - El omega mayor dijo con tono sarcástico y dejó caer su tenedor sobre el plato haciendo mucho ruido.
Los alfas presentes dirigieron la mirada a los omegas.
- No, papá. - Ni-ki fue a dejar su plato en el lavaplatos, agradecía que ese día no le tocara a él lavar los platos de la cena.
Caminó nuevamente dispuesto a irse a su cuarto, sabiendo que la mirada juzgadora de su padre le seguía con cada paso que daba. Quería llorar y le dolía mucho que su padre estuviera molesto con él, ahora no tenía a quién acudir porque siempre corría con él cuando se sentía mal o necesitaba ayuda.
Esperaba que el enojo entre sus padres no durara mucho, al menos quería verlos a ellos felices y no enojados como se mostraban.
Se cepilló lo dientes y fue a recostarse a su cama, se arropó de pies a cabeza y se aferró a un pequeño peluche de una tierna galleta café. Estaba por quedarse dormido cuando un peso extra sobre la cama lo hizo despertarse de golpe.
- Mamá, ¿qué haces aquí? - Preguntó un poco adormilado.
- ¿Estás bien? - Aunque su voz sonaba normal, podía ver en sus ojos la preocupación que tenía.
- Estoy bien, gracias. - Trató de sonreír aunque más bien salió una mueca.- ¿Durarán mucho tiempo enojados tú y papá?
Su madre sonrió dirigiendo la mano hasta sus cabellos, lo acarició como cuando era un niño y estaba a punto de llorar luego de caerse.
- No lo sé, cariño, pero quiero que sepas que no es tu culpa. - La alfa se acercó más a su hijo y lo abrazó, le transmitió su cariño e hizo uso de su aroma para tranquilizarlo. - A veces las parejas tienen peleas y está bien, todo está bien si se saben llevar.
- Es que ustedes dos nunca se habían peleado, siempre están ahí dándose besos y amor. - El omega sentía sus ojos llenarse agua pero se hacía el fuerte para no llorar.
- Nunca peleamos frente a ustedes. Los problemas maritales son entre tu padre y yo, no entre ustedes y nosotros. - Su madre seguía acariciando su cabello para intentar tranquilizarlo.