𝟶𝟼 • 𝙻𝚊 𝚍𝚊𝚖𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚜𝚒𝚕𝚎𝚗𝚌𝚒𝚘

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◁NARRADOR OMNISCIENTE▷

Evan: ¿No planean bajar a cenar?

Lauren mira a su esposo y suelta una risita. Limpia su boca con una servilleta y se levanta mientras pone sus cubiertos sobre la mesa.

Con tranquilidad murmura un: Yo voy por ellos. Sube las escaleras lentamente, sin ninguna prisa aparente. La cena del día de hoy la ha hecho su esposo y vaya que tiene un buen sazón, pero hoy especialmente le quedó deliciosa.

Al subir al pasillo puede ver al final de este la puerta medio abierta y la luz encendida, escucha murmullos. Mira del otro lado del pasillo, al otro extremo está la habitación de T/n, la puesta está completamente abierta y la luz prendida, no se ve en la cama así que asume que ambos están en la habitación de su hijo mayor.

Se acerca más y más. Sus pasos son tan silenciosos por sus nuevas pantuflas, las había comprado para mostrárselas a su hija.

T/n había estado por un mes entero rogando por esas pantuflas que le había visto a su cantante favorita y por fin se las había comprado, las traía puestas pues quería ver la reacción de su hija cuando viera lo que era.

Se detiene frente a la puerta, no es del tipo que toca cuando entra, sabe que eso molesta a T/n, quién le ha dicho miles de veces que toque antes de entrar, pero la verdad, no le gusta hacerlo.

Su mano se queda ligeramente puesta contra la puerta. Siente su sangre congelarse, no quiere girar su rostro, realmente no quiere hacerlo.

Es imposible no escuchar las respiraciones agitadas, suspiros, jadeos y besos dentro de la habitación.

Aunque son casi inaudibles para Lauren son como miles de cacerolas cayendo a un suelo de loseta, chocando entre ellas y golpeando cada lugar del suelo, sin dejar un solo espacio.

Aprieta su mano y la aleja de la puerta, gira su rostro levemente hacia la abertura entre la puerta y el marco y nota desde el espejo frente a la cama de su hijo el mayor.

En el reflejo puede ver claramente el cuerpo de su hijo mayor sobre aquella niña que vio crecer todos los días por años. Sus diferencias de estatura son más notables viéndolos así.

Ni si quiera sabe si lo que está viendo es real o solo una alucinación por el trabajo. Más bien, sabe que es real, pero quiere creer que solo es una alucinación por todo el trabajo.

Cubre su boca mientras retrocede, se da la vuelta a punto de bajar de nuevo, pero recuerda que le ha dicho a su marido que iría por sus hijos, volver sin ellos sería extremadamente sospechoso.

Siente una extraña compresión en su pecho. Siente vergüenza, estrés, decepción. Se siente tan mala madre que no puede evitar pensar: ¿En qué me equivoqué? ¿Desde cuándo? ¿Por qué?

Y aunque quiere simplemente bajar las escaleras y liberar aquellas náuseas tan desesperadas que han llegado a ella, se vuelve a acercar a la puerta, no mira de nuevo hacia el espejo, solo mira la densa madera pintada de blanco y finge no escuchar las respiraciones adentro.

Solo fue una alucinación por tanto trabajo. Ni si quiera ella podía creer sus propias palabras.

◁▽▷

T/n: buenos días.

Me acerco a la mesa mientras me estiró y dejo mi celular sobre la ya mencionada mesa. Miro alrededor, buscando con la mirada a mamá, sin embargo, no la veo.

Rasco me mejilla confundida y camino ahora hacia la cocina. Papá está de pie cocinando hotcakes, baila una canción de las épocas doradas y mueve el sartén como si fuera un chef diplomado.

𝐄𝐱𝐢𝐥𝐢𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐃𝐞𝐥 𝐄𝐝𝐞́𝐧: 𝐄𝐥 𝐅𝐫𝐮𝐭𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 +𝟏𝟔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora