𝑆𝑎𝑡𝑖𝑠𝑓𝑎𝑐𝑐𝑖ó𝑛

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Por la mañana mientras el cielo gris iluminaba las calles de tierra santa y la fría brisa se colaba por la ventana llenando el ambiente de calma y serenidad. El rey fue el primero en despertar, el ver a su esposa dormir cuál ángel plácidamente a su lado le ofreció por un instante dar un suspiro de normalidad y paz que lo hacían olvidar su dura realidad. Sin embargo tras levantarse, y tener que cubrirse el rostro de forma rápida con temor a que despertara, lo azoto una ola de dolor sentimental. Las grandes prendas que lo cubrían y la mascara, eran su recordatorio de la gran separación que su condición le imponía, una que le impedía acercarse a ella, un recordatorio constante de su incapacidad por ofrecerle la intimidad y cercanía que deseaba compartir, atrapado por la desesperanza de no poder mostrarse ante ella tal y como era. 


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Al abrir sus grandes ojos, Melek se encontró un poco desconcertada. Esperaba encontrar la figura de su esposo a su lado y esperaba verlo sin aquellas prendas que a simple vista parecían cansadas y pesadas, al darse media vuelta su mirada se poso en la figura de su esposo, sentado en el escritorio, aun con la mascara que llevaba, no podía apartar la vista de él, como si cada línea de su rostro oculto, cada movimiento sutil bajo la máscara, aun con el pesar de la triste realidad que la máscara intentaba ocultar la invitaba a vislumbrar algo que lo hacia lucir sorprendentemente atractivo, algo que desafiaba sus expectativas y deslizaba una sensación inesperada a lo largo de su pecho, el tiempo para Melek parecía haberse detenido, y el bullicio habitual del palacio se desvanecía en un segundo plano.

De forma inesperada, el rey giró ligeramente la cabeza, como si sintiera la intensidad de su mirada. La sultana, sorprendida, desvió rápidamente la vista, su corazón palpitando con una mezcla de confusión, sintió un leve estremecimiento. Sus ojos se encontraron por un breve instante, y la sultana sintió una conexión inexplicable que la hizo desviar la vista de inmediato, sintiendo el gran ardor en sus mejillas se levanto de la cama y se dirigió de forma rápida hacia la tina.

Frente a el espejo, mientras se vestía con un elegante vestido, su mente seguía inquieta, atrapada entre la fascinación por el hombre oculto tras la máscara y el deseo de entender el misterio que él representaba.


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La percepción de que su esposa, a quien él había llegado a ver como distante y fría, había sido atrapada por la intensidad de su mirada, le resultaba intrigante, cuando su ahora esposa se encontró perdida en su mirada, el rey notó cómo sus ojos se llenaban de una fascinación que él no había anticipado. La sorpresa y la intriga de ese momento se reflejaban en su propio interior, y una ligera sonrisa, apenas perceptible a través de la máscara, se formó en sus labios, la sensación de ser observado de esa manera, de ser el centro de una atención que normalmente no recibía, le brindaba un peculiar sentido de alegría y satisfacción, la fugaz conexión entre ellos, aunque breve, había sido suficiente para despertar en él una nueva forma de deseo y curiosidad.


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Melek: -no puedo meterlo- exclamó la sultana sin aliento

Baldwin: -va a encajar, con calma, solo quédate quieta- le dijo él soltando con voz ronca y descarada

Melek: -no, no, espere- mencionó con un grito exasperante la sultana.

Baldwin: -quédate quieta, ya casi estoy mi sultana- menciona en un susurro y con voz agitada. -si coges un poco más de aire podré meterlo mejor- dijo el rey finalmente abotonando los botones de aquel tedioso vestido.






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Baldwin, no te conocía esas mañas

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Baldwin, no te conocía esas mañas.🫦

The cold breeze - Baldwin IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora