Se debatía el sí debía escribir una carta, no solo como un saludo cordial a quien seria su futura esposa, sino, también un intento desesperado de compartir sus mas sinceras disculpas. Era bien sabido que fue castigado con la enfermedad de la lepra p...
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Durante la celebración, era más que notorio que la atención de todos se centraba en la reina, que había elegido un vestido revelador que dejaba poco a la imaginación.
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Con la luz de la luna y la fría brisa como testigo, de una noche llena de cargar con gran tensión en el aire de, mientras las sombras de las velas iluminaban aquellos rostros que empezaban a buscar refugio en el calor de el otro donde disputas y ambiciones comenzarían a desvanecerse, pero aquello, sería por un instante?
Momentos antes de adentrarse en la intimidad de su habitación Baldwin descubrió cuánto le gustaba ver molesta a Melek, y más aún siendo consciente de que aquellos arrebatos reveladores que ella le otorgaba se daban gracias a que él la molestaba, con molestia fingida y decidido a saber hasta donde ella llegaría, frunció el ceño al verla avanzar hacia el gran ventanal dándole la espalda.
Baldwin: -¿qué te haz puesto yildiz?- mencionó con voz grave, y un liguero toque de indignación -no es apropiado para la Reyna lucir tan...- Si bien a Baldwin le había encantado, la necesidad de saber hasta dónde podría llegar aquella bella mujer en ese momento era mas grande que su caballerosidad y generosidad
Melek: levantó la cabeza y lo miró a los ojos, sorprendida -¿Acaso comenzaras a controlar mi vestimenta?, ¿Desde cuándo debo rendir cuentas de mi apariencia a ti?- escupió con creciente molestia e indignación.
Baldwin: no se trata de prohibir yildiz, sino de mostrar respeto en un momento como el de hace unos instantes, a partir de ahora no te representas no solo a ti misma, sino a todo el reino de Jerusalén, ¿qué pensarán los súbditos al ver a su reina vestida así?
Melek: -sabes estoy cansada de que mis decisiones se reduzcan a lo que los demás piensan de mi apariencia. No soy solo una figura decorativa, Baldwin. Soy la reina, y tengo el derecho de vestirme como desee-
Baldwin: -yildiz, no estoy aquí para prohibirte, pero sí para protegerte y proteger nuestra imagen. No es solo cuestión de gusto; es cuestión de responsabilidad, tienes que pensar en las consecuencias de tus acciones-
Melek: -Baldwin- susurra cabizbaja y dejando de lado el enojo creciente, -quiero que me vean como soy, no como una sombra de su rey, ni como un objeto, ni como adorno, si no puedes aceptar mi forma de ser, tendremos problemas en este matrimonio, no puedes comenzar a prohibirme cosas, soy tu esposa no uno de tus súbditos mas, que tu seas un inseguro no es problema mio- dijo después de acercarse a el y haberle apartado aquella mascara que le impedía verlo por completo del rostro.
Baldwin: -Yıldız, detente- era la primera vez que su esposa lo llamaba por su nombre y no pudo evitar que aquella gran calidez se instalara en su pecho, abrumado por el momento que lo envolvía en una sensación de intimidad y conexión, Baldwin, pronunciado con ternura, le hacia recordar, que era un hombre dispuesto a amar y morir por aquella dislocada mujer.
