Capítulo 27

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La sirena de la ambulancia rompió el silencio de la noche mientras se acercaba a la entrada del club, iluminando con destellos rojos y azules los rostros tensos del grupo. Las lágrimas caían incesantes por las mejillas de Ruslana, su cuerpo sacudido por los sollozos mientras sostenía a TN, que seguía inconsciente, su respiración apenas perceptible.

"Por favor, despierta... te necesito", susurraba Ruslana, su voz rota, apretando la mano de TN con desesperación. Sentía cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor, cómo el peso de la culpa la aplastaba. Todas las palabras de arrepentimiento, todas las promesas que nunca pudo hacerle, se amontonaban en su garganta, ahogándola.

El grupo miraba en silencio, sus rostros reflejando una mezcla de miedo, tristeza y confusión. Violeta intentaba consolar a Ruslana, aunque ella misma estaba al borde de las lágrimas. Lara, con la voz temblorosa, seguía disculpándose por no haber entendido antes la situación, mientras Kiki no dejaba de maldecir en voz baja, su furia contenida apenas por la preocupación por TN.

Los paramédicos llegaron rápidamente, separando a Ruslana de TN para atenderla. La colocaron en una camilla y comenzaron a estabilizarla, mientras Ruslana, aturdida, se quedó de pie a un lado, observando cómo se la llevaban. "No... no puedo dejar que se vaya así, tengo que ir con ella", murmuró, pero sus piernas no le respondían, su cuerpo paralizado por el miedo.

"Rus, ven conmigo", dijo Violeta, tomándola de la mano. "Vamos a seguirla al hospital. TN te necesita ahora más que nunca." Ruslana asintió débilmente, permitiendo que Violeta la guiara hasta el coche.

Mientras tanto, Javi, que había sido arrastrado fuera del club por el resto del grupo, miraba la escena desde la distancia. El alcohol en su sistema ya no le proporcionaba el escudo de indiferencia que había tenido antes. Por primera vez en mucho tiempo, sintió una punzada de remordimiento. Nunca pensó que todo llegaría a este punto, que su intento de controlar la situación terminaría en una tragedia.

"Javi, ¿qué demonios has hecho?" le espetó Martin, mirándolo con desdén. Pero no hubo respuesta. Javi simplemente bajó la cabeza, sin saber qué decir.

"Tenemos que asegurarnos de que TN esté bien", dijo Juanjo, aún respirando con dificultad por la rabia que había sentido momentos antes. "Javi, si esto sale mal, nunca te lo perdonaré".

El grupo dejó a Javi en la acera, decidiendo que lo que importaba ahora era TN. Con una determinación renovada, se dirigieron al hospital, cada uno de ellos cargando con sus propios pensamientos y temores.

En la ambulancia, mientras los paramédicos trabajaban frenéticamente, Ruslana se aferraba a la esperanza de que TN se recuperaría, de que podría disculparse, de que podrían encontrar una manera de superar todo esto juntas. Pero el miedo a perderla se apoderaba de su mente, cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad.

Cuando finalmente llegaron al hospital, TN fue llevada de inmediato a la sala de urgencias. Ruslana intentó seguirla, pero una enfermera la detuvo amablemente. "Lo siento, cariño, pero tienes que esperar aquí. Haremos todo lo posible por ella, te lo prometo", dijo la enfermera con una mirada comprensiva.

Ruslana asintió, sus piernas finalmente cediendo mientras se dejaba caer en una silla en la sala de espera. Violeta se sentó a su lado, abrazándola con fuerza mientras ambas lloraban en silencio, el peso de la incertidumbre colgando sobre ellas como una nube negra.

Los minutos se convirtieron en horas mientras esperaban, cada sonido del hospital haciendo que Ruslana se sobresaltara. Kiki, Martin, Lara y Juanjo llegaron poco después, uniéndose a la vigilia silenciosa, cada uno perdido en sus pensamientos, pero unidos por el mismo deseo: que TN se recuperara, que esta noche no terminara en tragedia.

Finalmente, la puerta de la sala de urgencias se abrió, y un médico salió, con una expresión grave en su rostro. Ruslana se levantó de un salto, su corazón latiendo desbocado en su pecho.

"¿Cómo está? ¿Va a estar bien?", preguntó, su voz temblorosa.

El médico la miró con una mezcla de cansancio y compasión. "TN está estable por ahora, pero ha tenido una reacción severa a la sustancia que ingirió. Sin embargo, hay algo que necesitamos discutir."

Las palabras cayeron como un golpe en el estómago de Ruslana. Se tambaleó hacia atrás, sintiendo que el suelo se desvanecía bajo sus pies. "No... no puede ser. Por favor, no...", susurró, aferrándose a la mano de Violeta.

El médico levantó una mano para calmarla. "Escucha, sé que esto es difícil, pero hay algo importante que debes saber. TN tiene una pequeña arritmia cardíaca, una condición que, bajo circunstancias normales, es manejable. Pero mezclar alcohol con cualquier tipo de sustancia puede ser extremadamente peligroso para ella."

El grupo, que hasta entonces había estado en silencio, reaccionó con shock.

"¿Por qué nadie nos dijo nada?" preguntó Kiki, su voz llena de incredulidad.

"Porque ella no quería que lo supieran", respondió el médico con un suspiro. "Es una condición con la que ha vivido por un tiempo, pero nunca pensó que llegaría a esto. Fue imprudente por su parte aceptar cualquier sustancia en su estado emocional y físico."

Ruslana se dejó caer de nuevo en la silla, el rostro pálido y sin vida. "Es todo mi culpa... si no hubiera sido tan estúpida, si no la hubiera empujado a esto..." Las lágrimas seguían cayendo, pero ahora la culpa la consumía aún más.

"Lo importante ahora es que se concentren en su recuperación", continuó el médico. "Las próximas horas serán cruciales para ella, pero tiene un buen pronóstico si logramos controlar su ritmo cardíaco."

Las palabras ofrecían un consuelo tenue, una esperanza frágil a la que aferrarse. Y así, la noche se alargó en la sala de espera, con la esperanza pendiendo de un hilo y los corazones de todos en suspenso, esperando que TN superara este desafío y que despertara.

RuslanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora