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—¿Y tú qué haces aquí, Merlina?—Le pregunté

Rindou prácticamente se escondió tras de mí, supongo que ya no quería ver a Ran —lo atosigaba bastante—.

—¿Qué te importa, enana?—Me respondió Ran

—¿Que qué me importa? Es mi casa maldito, así que vete y deja de acosar a Rindou—

—Kira, acuérdate que es un criminal—Me susurró Rindou, preocupado

—No lo estoy acosando, tú fuiste la que interrumpió nuestra cita—

—Ajá sí, pues yo sólo estoy defendiendo a mi mejor amigo—

Rindou, una vez más, se puso en medio de nosotros dos.

—Ya, ya basta. Cállense el hocico los dos—Decretó

—Bueno, Merlina, si me disculpas, estábamos en medio de una platica muy importante—Dije yo, insinuando que se fuera

—Eso puede ser para después, ¿no?—Me preguntó Rindou

Otra vez él y su paranoia de que por ser pandillero, Ran lo mandara a matar o algo así.

—¿Quieres ir a cenar?—Ran invitó a Rindou, quien dijo que sí a la primera

—Bueno, nos vemos, Kira—Se despidió de mí

Otra cita de esos dos. Yo tenía que impedir que algo sucediese entre ellos. No eran celos, era simplemente que yo sabía algo que ellos no. Se lo iba a decir a Rindou esa tarde, pero Ran nos interrumpió. Así que, decidí que la mejor estrategia por el momento, era seguirlos y asegurarme de que no pasara nada entre ellos. Así lo hice.

Por fortuna, no fueron a cenar a un lugar lejano, sino a un restaurante a unas dos o tres cuadras de mi casa. Me quedé escondida afuera del restaurante, desde un punto donde los tuviese vigilados. Toda la cena iba transcurriendo con normalidad. No podía escuchar de qué hablaban, pero todo estaba tranquilo. Todo iba bien hasta que estuvieron a punto de besarse. Yo ya lo tenía pensado, había pensado en numerosos modos de impedir que se besaran, pero al final concluí que el mejor era aparecerme yo misma ahí.

Sin embargo, justo entonces, apareció un tipo que intentó atacar a Ran. Lo reconocí como uno de los de la pelea de ayer. Así que Ran peleó contra él en pleno restaurante, y lo venció en el acto. Eso no importaba, fue suficiente para impedir que se besaran. Pero, concluí que tal vez no sería suficiente impedimento después de un tiempo, así que, finalmente, decidí aparecer en la escena. Aparecí en el restaurante, y me anunció ante ellos.

—¡Qué coincidencia que los encuentre aquí!—Fingí sorpresa

De hecho, las cosas no me eran tan desfavorables, pues, en primer lugar, yo fui la que le mostré ese restaurante a Rindou hacía ya años. 

El secreto de los hermanos HaitaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora