El secreto de los hermanos Haitani

7

—¿Te gusta Ran?—Le pregunté a Rindou, en la mañana

—No lo sé, a ti no te cae bien, ¿cierto?—

—No, sí me cae bien. Me parece que quedaría muy bien como un hermano para ti—

—¿Tú crees?—

—Sí, parece más tu hermano que tu novio—

—Creo que necesito conocerlo más—Declaró—Por cierto, me invitó a desayunar, así que ya me voy—

—¿Ya te vas? ¿Qué clase de amigo eres, Rinrin? Ni siquiera te quedas a desayunar conmigo—

—Perdón, perdón. Te lo compensaré, lo prometo—

Antes de que Rindou desapareciera, logré averiguar algunos de los detalles de la cita. Antes de cualquier cita, él iba a ir a su casa a alistarse. Y puedo decir que él se tarda demasiado en eso. Así que, tenía tiempo para desayunar algo rápido, y luego seguir a mi amigo a su cita —concluí seguir haciendo esto hasta no decir la verdad—. La ventaja que yo tenía es que Rindou era todo menos perspicaz para darse cuenta de si lo estaban siguiendo. Nunca miraba hacia atrás, ni sentía presencias raras tras de él. Cuando terminé de comer algo, salí de mi departamento, para ver desde allí que Rindou apenas iba saliendo de su casa. Así que, me apuré y comencé a seguirlo. Además de todo, él solía caminar muy despacio y sin fijarse.

Lo seguí unas tres o cuatro cuadras, donde llagamos al restaurante al que iba, el cual estaba en el último piso de un lujoso edificio. Dejé de seguirlo un momento, para no levantar sospechas, y ya que pasó un tiempo, subí al restaurante. Me senté en una mesa alejada de la de Ran y Rindou, y me dispuse a espiarlos —iba camuflada con lentes oscuros y una gorra, cosas que no usaba comúnmente, y que ni el mismo Rindo reconocería—. Rindou no sólo estaba miope, sino que en verdad no era observador; y Ran me conocía muy poco como para reconocerme.

Su cita transcurrió con normalidad, hasta que una vez más, estaban por besarse. Pensé en qué podía hacer para impedirlo. Ya no tenía ningún as bajo la manga, y sería muy obvio hacer algún movimiento loco como tirarles algo. Entonces, ¿qué podía hacer? Mi única opción restante era hacer mi aparición, y decirles la verdad.

—¡Alto! Ustedes dos son hermanos—Corrí hacia ellos, despojándome de mi gorra y los lentes

—¿Kira? ¿Qué haces aquí?—Preguntó Rindou confundido

—¿Otra vez tú? ¿Qué te pasa enana?—

—Ustedes dos son hermanos, ya lo dije—

—Kira, ¿estás bien?—Me preguntó Rindou—¿Estás bromeando?—

—No, Rinrin, no estoy bromeando. Es lo que tenía que decirte el otro día—Afirmé con seriedad—Tú no te apellidas Tanaka, tu apellido real es Haitani, igual que el de él—

—Explícate, ¿cómo sabes de esto y cuáles son tus evidencias, enana?—Exigió Ran, incrédulo

Me senté en la misma mesa que ellos, y me dispuse a explicar las cosas.