Un poco de placer no hace daño.

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La idea de bañarnos juntos no me parece nada malo, pero es otra cosa nueva para mi. Mario ya ha entrado en la ducha y yo estoy aquí pensando si en entrar o no. Pero las ganas de estar junto a él hace que pierda mis principios y me refugie en la Valeria que verdaderamente es.
-Vamos nena deja de estar pensando y entra que el agua está calientica.- me dice mientras que me salpica un poco del agua que tiene entre sus manos.
-Vale, pero donde me vuelvas a salpicar agua de esa manera no me vuelvo a bañar en la vida contigo.
-¿habrá otra próxima vez?-pregunta bromeando y en su hermosa cara se le dibuja esa sonrisa encantadora.
-Pues no se, pero por el momento disfrutemos de la ducha.

Estamos duchándonos juntos y Mario me coge las mejillas y las acaricia con sus dedos pulgares.
-Eres muy hermosa ¿sabias?-me dice mientras que yo me sonrojo debajo del agua caliente.
-Gracias por el alago.
En ese instante Mario me agarra de la cintura y empieza a besar mi cuello mientras que yo me deleito en esa sensación que produce su lengua mojada. Luego nos besamos y Mario me alza y me pone contra la pared para que él pueda apoyarse e introducir su miembro en mi parte íntima.
Yo jadeo y Mario hace círculos dentro de mi vagina para que yo sienta más placer.
-¿Te gusta como te hago sentir?- me pregunta al oído y luego mira mi cara de placer.
-siiii, me encanta lo que me haces.-Es lo único que logro decir antes de que me pierda en mi orgasmo.
-Me lo pones más duro cuanto te corres.
Mario empieza a correrse seguido de sus palabras y los dos quedamos exhaustos de nuestros placeres.

Por fin hemos terminado de bañarnos yo me visto con mi pijama y Mario se deja en bóxer. El esta acostado con sus manos cruzadas y a penas me ve se hace el dormido.
-No te hagas el dormido, que ya te vi.
El suelta la carcajada y yo me echó a reír a su lado.
-Tengo sueño.- le digo ya con los ojos cerrados.
-Como no si ya son las dos de la mañana y has tenido una noche pesada- ya sé a que se refiere con lo de la noche pesada.
-jum y todo gracias a ti.- Le digo y en menos de nada ya estoy dormida.

Cuando me despierto me doy cuenta que no nos protegimos mientras que lo hacíamos y que ahora no se que hacer porque no quiero que él se ponga bravo. La única solución es comprar una pasta para no quedar embarazada. Me siento mal, estoy cansada y ahora que tengo que trabajar me provoca llamar a mi jefe y pedirle el día. 


-Buenos días hermosa.- Me saluda Mario y yo le sonrío.

-Hola amor- logró decir pero mi cara esta un poco preocupada.

-Bueno es la primera vez que me dices amor. Pero ahora quiero saber que tienes.

-No sé si decirte o no.-Dudo por un momento y el me presiona.

-Vamos, dime confía en mí.- Me responde y me acaricia la mejilla con su dedo pulgar.

-Pues ayer hemos estado y no hemos usado protección.- él se queda viéndome y su cara pasa de agrado a preocupación.

-Maldita sea, por qué no lo pensé antes.- dice mientras que yo me maldigo por dentro por habérselo contado sabiendo que ya tenía todo controlado.

-Mira no te preocupes, la solución es tomar una pasta del día después y ya, todo está solucionado-le sonrío para que él no vaya a estar disgustado todo el día por mi culpa.

-Si es la única opción que hay. A propósito me voy a vestir rápido y voy a ir a una farmacia para comprarte esa pasta. 

-Sí tienes razón. Aunque que de malo tiene que tengamos hijos algún día- le bromeo pero su cara  me dice que no le ha hecho para nada gracia. 

-Pues por el momento no quiero tener hijos y además no creo que quiera tenerlos porque esos mocosos son todos cansones, llorones y no es lo mío. 

Casualidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora