Capítulo 8

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Al otro día...

Malkie

Abro los ojos lentamente. ¿Estoy en mi pieza? Si, lo estoy, ¿a quien tengo al lado? A Faella... ¡¿A Faella?!

Me siento de golpe, observando a la pelirroja qué tengo a un lado, en eso me llega un fuerte dolor de cabeza. Ayer tome, si, y ya no me acuerdo de más.

¿No me la abre... aja?

Creo que no, o sea estamos con ropa.

—Mmm... —ella se mueve en su lugar, y se pica los ojos.

En eso me llega el mar de recuerdos a la cabeza. Creo que dije cosas que no debí haber dicho...

Dije que me quiero follar a Faella. O sea es real, pero no lo puedo admitir en voz alta, me funan.

Si, admití que me gusta, aunque no le voy a decir a nadie, porque simplemente no. Me voy a olvidar del tema y ya. Ella está prohibida desde hoy.

Prometo que jamás tocare a Faella Häuslerbeck, y si lo hago soy gay.

¿A ti te pagan?

Solo debo olvidarme de que me gusta y ya, es simple. Ella es hetero, simplemente no se puede.

—¿Malkie...? —la voz de Faella me saca de mi trance.

—¿Que pasa?

—¿Que hora es? —abre los ojos lentamente.

—Eh... —me quedo paralizada. ¿Que onda? O sea, ¿porque me pongo tan nerviosa? —. No se, como las once más o menos.

—Ah, bueno —ella se tapa toda la cabeza con las sábanas.

—¿Vas a seguir durmiendo? —pregunto, levantándome de la cama.

—No, pero me duele la cabeza.

—Somos dos —suelto una pequeña risa torpe.

—Si no te hubiera hecho caso y no hubiera tomado estaría perfectamente bien, sin ningún dolor de cabeza.

—Oye, no me eches toda la culpa, que tu fuiste la que siguió tomando después —abro mi closet y busco unas chalas.

—Ay, ya se, estúpida, déjame.

Suelto una pequeña risa, por su reacción. En eso se abre la puerta de mi pieza y es Nika, quien como en todas las mañanas me viene a despertar.

—¿Que pasa Nika? —le pregunto, observando su pijama de vaca.

—Te vine a despertar para que me hagas el desayuno, pero como ya estás despierta, mejor todavía —me guiña un ojo.

—¿Y no te lo podía hacer Abby?

—No, fui a su pieza y me tiro un zapato, además que esta con el primo de Faella —dice, y en ese momento ve a Faella—. Y estaban sin ropa.

—Eh, Nika, no tienes que andar diciendo esas cosas, ¿bien? No se lo puedes decir a nadie. Y con nadie me refiero a mamá y a papá —le digo, tomándolo de los hombros, para que me mire.

—Bueno, pero anoche hacían ruidos muy extra...

—Shhh —lo callo—. Tu no escuchaste nada.

Escucho como Faella suelta una risita, haciendo que voltee a verla mal.

—Pero si escuche algo. Parecía como si estuvieran matando a Abby, hasta me asuste un poco, Malk... —dice. Realmente amo su inocencia.

—Es que estaban jugando videojuegos —dice Faella detrás mio.

Un error terriblemente perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora