Los mensajes son reales.
Me convenzo de ello una y otra vez, verificando que efectivamente estos se encuentran en el historial del móvil. Es como si temiera que de un segundo a otro, las letras empezarán a desdibujarse; saldrán de la pantalla poco a poco hasta que terminarán flotando por los aires y perdiéndose en el vacío. Sin embargo, nada de eso pasa.
El whisky sigue esparciéndose en la cerámica, y es Tobias quien reacciona rápido en busca de algo que detenga su flujo. A pesar de que quisiera actuar como él, me veo paralizado ante el flujo de recuerdos que siguen un camino más nítido y coherente. Es como si una curva rebelde volviera a su forma original luego de ser domesticada por el choque de realidad.
Esto ya ocurrió. De una manera distinta, en circunstancias diferentes, claro está. Pero el vaso de whisky derramándose me sabe tan familiar como las palabras de aquel extraño.
«Dante».
—Isa... ¡Reacciona, por favor! —Viktor me sujeta con suavidad el rostro. Mis ojos conectan con los suyos, convirtiéndose ellos en un regreso a casa.
Estoy a salvo.
Dante no está aquí.
Pero incluso la idea de que no esté presente no quita el desconcierto que me he llevado ante tal recuerdo. No es posible que Dante esté en Napdale. Abandonó este pueblo a los meses que falleció mi madre. En un inicio, intentó mantenerse cerca mío. Creyó que el duelo sería la oportunidad ideal para un lazo más estrecho. Sin embargo, cuando sus expectativas se vieron frustradas es que comenzó a mostrar su verdadero rostro.
Las señales habían sido claras mucho antes, pero su comportamiento escaló a llegar a la casa sin invitación. Acosar a quienes se acercaban a darme una palabra de consuelo. Cobijarme como un hermano mayor, y luego recriminarme cuando no daba suficiente amor por él.
Podría ser que regresó a Napdale... Y...
«No».
No es posible que se trate de Dante. Si hubiera sido él quien estuvo involucrado en esa noche, mi padre lo hubiera reconocido. Sin embargo, preguntó quién había sido el muchacho que me acompañó esa noche.
—Fue un descuido mío —me disculpo—. Yo lo pagaré, no se preocupen.
Tobias me fulmina con la mirada mientras limpia el desastre que he dejado. Está a mis pies, pero me deja claro que yo estoy por debajo de él.
Mi torpeza me habría hecho avergonzarme en el pasado. Sin embargo, en esta oportunidad solo puedo agradecerle, porque mi descuido junto al mensaje de texto han sido capaces de hacerme recordar un fragmento olvidado.
Espero a que Viktor se convenza de que solo se ha tratado de un accidente. Que la tensión quede relegada a un segundo plano. No debería ser tan difícil, más que nada la incipiente noche es la entrada a la despreocupación y locura.
La tranquilidad tendría que volver.
No todos tienen a un acosador respirándole en la nuca bajo la amenaza de perturbar la diversión de una fiesta. Yo soy la excepción a la regla.
Y, afortunadamente eso es lo que ocurre, Tobias en un intento por demostrar que es mejor que yo, anima el ambiente. Conversa sobre su nueva colección de automóviles deportivos. Y extrañamente lo agradezco, porque me da la oportunidad precisa.
Qué quieres?
Isaac│21:01
A pesar de confiarme en la rapidez de mis dedos y en la distracción propia de la conversación entre amigos, Viktor se percata del movimiento. Siento sus ojos curiosos, y por primera decido ignorar la demanda detrás de ellos. La prioridad es otra al recibir una nueva notificación.
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Epifanía de una obra mal terminada
Mystery / ThrillerDesde los doce años, Isaac Foster ha estado obsesionado con "Vik", su cantante favorito. Fanatismo, que con el pasar de los años no ha hecho más que acrecentarse. Un día, Isaac cumple el sueño de conocer a Vik en persona. Sin embargo, con la llegada...