Capítulo 10

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Escucho la noticia atentamente, en tanto debo fingir ser un hijo normal y comer el almuerzo que he preparado. Papá mantiene la vista puesta en mí y eso no hace más que aumentar la tensión presente en la mesa. Antes ya estaban los ánimos intranquilos, pero era por motivos que ahora me parecen superfluos al tener noticias del asesinato en el que estuve involucrado. 

Me digo a mí mismo que su atención no es más que preocupación al tratarse de la muerte de un hombre al que conocí. Cualquier padre estaría pendiente a la más mínima señal de perturbación al tratarse de algo tan horroroso y con lo que su hijo se vio relacionado indirectamente. Solo que en este caso, no sabe que ese cruce es más estrecho de lo que imaginaría. Tiene al culpable sentado a su lado, bebiendo Sprite como si nada hubiera pasado. 

Pareciera ser el final de una historia incompleta; una en donde faltan piezas del rompecabezas. 

Observo al hombre que llevan detenido, a quien ha ocupado mi lugar. Lo reconozco, atiende en un pequeño negocio de víveres en el pueblo. Tiene esposa y tres niñas pequeñas. Según informan, fue precisamente su cónyuge quien encontró el arma homicida entre sus pertenencias. No tengo la menor duda de que lo han incriminado. 

Ver a esas pequeñas corriendo tras su padre me hace despojarme de cualquier egoísmo. Tal vez encuentre consuelo en que las pistas nunca hayan dado conmigo, pero ciertamente no me enorgullece arrebatarle el padre a niñas inocentes. Al menos el Sr. Brown era alguien desagradable y déspota. No justifica para nada su muerte, pero este hombre era diferente. Se dedicó toda su vida al negocio familiar, y jamás se vio involucrado en ningún sucio rumor.

—Ves. Es por esto que me preocupo tanto de con quién andas. —Papá indica el televisor con el control remoto—. Nunca se sabe cómo son realmente las personas. 

Nuestras miradas conectan un mísero segundo. Sus palabras son el recordatorio de una charla pendiente. 

—Qué bueno que toques el tema, porque es justamente de lo que quería que hablemos.

—Te escucho.

Come calmadamente el plato de carne con arroz, pero advierto la tensión que lo ha invadido. Mientras tanto, yo me armo de valor para soltar esas palabras que llevo reteniendo demasiado tiempo. 

—Me tratas como un niño, pero ya crecí. —Le sostengo la mirada—. Ambos sufrimos su pérdida... y quería darte la tranquilidad de que a mí nunca me perderías, pero esto ya ha sobrepasado todos los límites, papá. Necesito que las cosas cambien. Por favor. No puedes entrar a mi cuarto cada vez que quieres a registrar mis cosas, tampoco puedes llamarme mil veces cada que salgo de casa. Merezco tener mi espacio, mi privacidad.

No percibo ningún titubeo en su semblante. Se mantendrá firme en su posición. 

—Solo te estoy protegiendo. Lo entenderás cuando tengas tus propios hijos.

—No me estás protegiendo. Es... como si te estuvieras anticipando constantemente, como si no confiaras en mí. Debes confiar en mis decisiones.

—Yo confío en ti, pero no confío en las personas. Un hombre mató a tu madre y nunca pudieron atraparlo. Quedó impune. Al Sr. Brown lo mataron de la misma forma. Una bala directo al cráneo y además...

—¿Qué quieres decir? —lo interrumpo— ¿Estás relacionando la muerte de mamá con la de Gavin? Porque créeme que nada tiene que ver una con la otra. Hay años de diferencia desde la muerte de mamá. Además, si hubiera un asesino serial suelto se habría notado. Pese a todo, Napdale siempre ha sido un pueblo tranquilo. Creo que solo estás buscando excusas para justificar el seguir tratándome como un niño.

Epifanía de una obra mal terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora