CAPITULO 2

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Mi vida en la universidad comenzó con una mezcla de emoción y ansiedad. Desde el primer día, el campus me pareció un mundo completamente nuevo, lleno de posibilidades y desafíos. Las aulas eran más grandes, los pasillos interminables y la gente parecía moverse con una confianza que yo todavía no tenía. Me sentía como una recién llegada en un mar de rostros desconocidos, intentando encontrar mi lugar en esta nueva etapa de mi vida.

A medida que los días se convertían en semanas, empecé a adaptarme a la rutina universitaria. Las clases eran intensas, y la carga de trabajo era mucho mayor de lo que había experimentado antes. La vida social también era vibrante, con actividades y eventos organizados por todos lados. A pesar de todo esto, había un vacío persistente en mi vida, una sensación de ausencia que no podía ignorar. Era el hueco dejado por Bubby.

Bubby había sido mi little durante los últimos dos años de la preparatoria. A pesar de que nunca definimos nuestra relación de madre e hija con palabras exactas, nuestro vínculo era fuerte y significativo. Cuando terminé la escuela y comencé mi vida universitaria, decidimos tomar un tiempo para alejarnos. Rompimos; simplemente dejamos que el tiempo y la distancia se encargaran de todo. Nos escribíamos correos electrónicos de vez en cuando, pero las respuestas eran breves y distantes.

Una tarde, mientras caminaba por el campus, vi una bufanda de color casi morado en una tienda de accesorios. Me recordó l que Bubby solía usar un vestido de ese color para las fiestas ya que lo había diseñado. Me detuve frente a la tienda, observando el color de la bufanda con una mezcla de nostalgia y tristeza. Era curioso cómo un objeto tan simple podía traer recuerdos tan profundos. Me pregunté cómo estaba ella, cómo le estaba yendo en la preparatoria, y si ella pensaba en mí de vez en cuando.

Decidí regresar a mi dormitorio y revisar mi correo. Tenía una nueva notificación: un mensaje de Bubby. Abrí el correo con una mezcla de anticipación y ansiedad. El mensaje era corto, como solían ser últimamente. Me contaba sobre una fiesta de fin de año en su escuela, y me preguntaba cómo estaba yo en la universidad.

Leí el correo varias veces, tratando de descifrar algún indicio de sus verdaderos sentimientos. Su tono era amable pero distante. No mencionaba mucho sobre sus emociones o sus experiencias recientes. La distancia entre nosotras parecía haberse convertido en una barrera no solo física, sino también emocional.

Pensé en responderle, en compartir mis propias experiencias y sentimientos. Quería contarle sobre mis nuevas amistades, sobre las dificultades de adaptarme a la vida universitaria, y sobre cómo a veces me sentía perdida sin su presencia. Pero me detuve. No estaba segura de si ella querría escuchar todo eso, o si podría entender lo que significaba para mí. No quería ser una carga, ni hacerle sentir que estaba buscando algo que ya no podía darle.

Finalmente, decidí no responder de inmediato. En lugar de eso, me sumí en mis estudios y en la vida social del campus. Me uní a varios clubes, hice nuevos amigos, y empecé a encontrar mi ritmo en esta nueva etapa de mi vida. Aunque estaba ocupada, no podía evitar que Bubby siguiera rondando en mi mente. A veces, me preguntaba si ella también se sentía de esta manera, atrapada entre el pasado y el presente, entre el deseo de mantener una conexión y la realidad de nuestras vidas separadas.

Pasaron las semanas, y la distancia entre nuestras comunicaciones parecía aumentar. Cada correo de Bubby se hacía más breve, y las respuestas tardaban más en llegar. En una de nuestras últimas conversaciones, ella mencionó que estaba preocupada por su futuro, sobre la universidad y sus decisiones. Me sorprendió ver esa vulnerabilidad en sus palabras, y me pregunté si tal vez estaba pasando por una etapa difícil similar a la mía.

Un día, decidí ir a un café cercano para despejar mi mente. Mientras tomaba un café y observaba a la gente pasar, me di cuenta de lo mucho que había cambiado mi vida en tan poco tiempo. La universidad era un mundo lleno de promesas, pero también de incertidumbres. Me pregunté si Bubby estaba viviendo un proceso similar, si estaba lidiando con sus propias luchas y cambios.

Regresé a mi dormitorio y, al sentarme frente a la computadora, decidí escribirle a Bubby. No sabía qué decir exactamente, pero sentí que necesitaba expresar algo. Empecé a escribir sobre mis experiencias, mis miedos, y las pequeñas alegrías que encontraba en mi nuevo entorno. Le conté sobre las personas que había conocido, las clases que me gustaban, y cómo a veces me sentía desorientada.

Envié el correo, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad. No sabía cómo reaccionaría Bubby, o si incluso lo leería. Pero sentí que era importante compartir mi vida con ella, no para reavivar una relación que tal vez ya no existía, sino para cerrar el círculo de una etapa que había sido significativa para ambas.

Al día siguiente, recibí una respuesta. El correo de Bubby era más largo de lo habitual. Me contó sobre su vida en la preparatoria, sus miedos sobre el futuro, y cómo a veces se sentía perdida en medio de sus propios cambios. Su mensaje era sincero y reflexivo. Aunque aún había una distancia entre nosotras, sentía que la brecha se estaba cerrando lentamente, y que, de alguna manera, todavía había una conexión.

A partir de ese momento, nuestros correos se volvieron más frecuentes y detallados. Compartíamos nuestras experiencias, nuestras dudas y nuestros pequeños triunfos. Aunque nuestras vidas seguían caminos distintos, encontrábamos consuelo en la conexión que aún manteníamos.

La universidad continuaba con sus desafíos y sorpresas, y la vida de Bubby en la preparatoria seguía su curso. Pero en medio de todo eso, encontrábamos una forma de seguir presentes en la vida de la otra, de compartir y apoyarnos a distancia. En ese proceso, aprendí que las relaciones, aunque cambien y se transformen, pueden seguir siendo significativas, incluso cuando no están definidas por la proximidad física.

Mientras el semestre avanzaba y el año académico se acercaba a su fin, me di cuenta de que la distancia no siempre significa separación definitiva. A veces, puede ser solo un espacio necesario para crecer y entender lo que realmente importa. Y, aunque no sabíamos qué nos depararía el futuro, estábamos construyendo un puente que, aunque no siempre visible, nos mantenía conectadas de alguna manera.

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Un pequeño momento con bubby 💗🥹

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Un pequeño momento con bubby 💗🥹

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