𝑫𝘢𝘦𝘯𝘦𝘳𝘺𝘴 𝐼

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—Yo pediré más de ustedes de lo que cualquier Khal haya pedido de su khalassar

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—Yo pediré más de ustedes de lo que cualquier Khal haya pedido de su khalassar. ¿Cabalgarán los caballos de madera a través del océano negro de sal? ¿Matarán a mis enemigos en sus trajes de hierro y derrumbarán sus casas de piedra? ¿Me darán los Siete Reinos, el regalo que Khal Drogo me prometió frente a la Madre de Montañas? ¿Están conmigo? ¿Ahora y siempre?

Los Dothraki habían gritado como salvajes, alzando sus cuchillos y los mismos caballos se levantaron en dos patas por la emoción. Drogon, el terror hecho dragón, rugió, pero eso no asustó a los Dothraki, sino que los animó más.

Daenerys Targaryen, la última Targaryen con vida y la legítima heredera del trono que había sido usurpado por los Baratheon, tenía ese recuerdo mientras veía los barcos atacar su ciudad. Había conseguido una victoria la tarde anterior y ahora se veía puesta en otro problema. ¿El mundo estaba decidido a ponerla a prueba?

Llevaba años trazando planes, con el objetivo de llegar a Westeros y recuperar el Trono de Hierro. Por primera vez en mucho tiempo, por fin sintió que estaba avanzando por la dirección correcta. Con este ejército Dothraki que había conseguido de mil hombres, que cada uno valía diez por cada soldado de Westeros, más los Inmaculados que la esperaban en Meereen, veía Westeros como una conquista segura. Y si eso no era suficiente, sus dragones estaban para convertir en cenizas a aquellos que cuestionaran su reclamo. Sin embargo, otro nuevo inconveniente aparecía en su camino.

La noche había desaparecido, dando paso a una nueva mañana, y las bombas no habían cesado. Dany solía mantener su temperamento bajo control, Viserys lo decía: «No hagas enojar al dragón». Cosas malas ocurrían cuando un Targaryen se enojaba, pero esa batalla era una descortesía para alguien que había sido lo bastante gentil para perdonarles la vida.

Debió haberlos quemado cuando tuvo la oportunidad.

—A pesar de las apariencias, verá que la ciudad prospera.

Daenerys se giró, mirando atentamente a Tyrion Lannister. Él era el hombre más inteligente que había conocido, y era decir mucho, porque era un mediohombre. Ella se detuvo para contemplarlo, queriendo saber con cuál excusa justificaría que una batalla se había librado en su ausencia.

—Tal vez, debemos refugiarnos.

—¿La ciudad prospera? —preguntó Daenerys.

—Meereen es fuerte —siguió Tyrion con convicción. Había que darle crédito por mantener seguridad cuando había fallado desastrosamente—. El comercio volvió a los mercados, las personas la apoyan.

Una explosión se oyó a lo lejos. Daenerys inspiró, manteniendo la mirada en él. Tyrion vaciló.

—Bueno, no todos, por supuesto. Ningún gobernante ha tenido el apoyo de todas las personas. El renacimiento de Meereen es la causa de esta violencia —Otro estallido resonó junto a la pirámide y Tyrion se apresuró a acercarse, hablando aún con calma—. Los Amos no pueden dejar que Meereen tenga éxito. Porque si Meereen tiene éxito, una ciudad sin esclavitud, una ciudad sin amos, prueba que nadie necesita un Amo.

𝐕𝖺𝗅𝗒𝗋𝗂𝖺𝗇 𝐁𝗅𝗈𝗈𝖽 | got & hotdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora